Hicieron un firme llamado a renunciar a todo lo que “destruye la vida, la familia, la sociedad y el planeta que habitamos”
Paz y reconciliación. Fue el tema central de los obispos de Colombia en su asamblea plenaria que culminó este 7 de julio y al cierre se han comprometido a “trabajar decididamente por el perdón, la reconciliación, la verdad, la justicia y la paz en nuestro país”.
Una invitación que hicieron a “los ciudadanos, a los medios de comunicación, a los gobernantes y dirigentes políticos y sociales a que juntos, respetemos y promovamos la institucionalidad, evitemos la polarización, el odio, la división y todo tipo de maltrato y engaño, en especial, a los adversarios y contradictores”.
“No se puede alcanzar la paz si no existe conciencia de la injusticia social y de las estructuras de pecado que terminan provocando la guerra y la violencia”, sobre todo cuando “muchas actitudes se llegan a considerar como ‘normales’ e ‘inevitables’ y la sociedad se acostumbra al mal, no ve la necesidad de denunciarlo y de apartarse de este camino”.
Por eso, “estamos llamados a renunciar a todo lo que destruye la vida, la familia, la sociedad y el planeta que habitamos”.
“No nos resignamos a la violencia, aparentemente interminable. Este es el camino que los colombianos estamos invitados a recorrer juntos”, han apostillado.
Consideran que “esta es una regla de oro para toda sociedad”, por ende, “el reto de ser hombres y mujeres de bien requiere un cambio de mentalidad y una renovación interior”.
Para lograrlo será importante “caminar en la verdad y la justicia, cultivar la capacidad de escucha y de diálogo, superar la indiferencia y la intolerancia, y afrontar con responsabilidad y esperanza la crisis humana, social, política, económica, cultural y ambiental”.
Además piden perseverar en la búsqueda de paz, “corran tras ella”, porque “es un trabajo que requiere toda nuestra atención, propósito y perseverancia; es un don de Dios y una Página 2 de 2 tarea humana”.
“Nuestro compromiso con ella nace del Evangelio, se alimenta en la oración y se manifiesta en la acción acogedora y misericordiosa. Apartarse del mal, hacer el bien y buscar la paz son tareas y compromisos de todos. Es ser testigos de la esperanza en medio de una realidad adversa, es un grito que nos anima a no desfallecer”, finalizaron.
Foto: CEC