José Cobo ya es el arzobispo de Madrid. El prelado ha iniciado hoy su ministerio episcopal en su catedral, La Almudena. Colgado el ‘no hay billetes’, Madrid le ha dado una calurosa bienvenida a su pastor en una ceremonia en la que no faltaron sus hermanos obispos llegados desde toda la geografía española -que sumaban más de 60-, así como una amplia representación institucional del PP y el PSOE, encabezada por la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso; el alcalde, José Luis Martínez Almeida; y el delegado del Gobierno, Francisco Martín Aguirre.
Durante su homilía, Cobo ha llamado a la conversión, ha hecho suyo el lema del Sínodo de la Sinodalidad -comunión, participación y misión- y ha hecho hincapié en que sin inclusión social la alegría del Evangelio sería un imposible. Asimismo, ha parafraseado al papa Francisco y a su “amigo y maestro”, Juan de Dios Martín Velasco.
Por su parte, el nuncio en España, Bernardito Auza, ha comenzado la celebración agradeciendo su ministerio y le ha expresado su “doble felicidad” en el día de hoy por tener también el honor de imponerle el palio bendecido por Francisco.
En una breve intervención al comenzar la misa, el ya cardenal emérito de Madrid, Carlos Osoro, ha instado a Cobo a que “mantenga viva a la familia de Dios”, alentando a obispos, sacerdotes, religiosos y laicos a ser “protagonistas de un anuncio creíble del Evangelio”.
“Que la sabiduría del buen pastor este siempre contigo”, ha deseado el purpurado a su sucesor reconociendo su entrega como párroco, vicario y obispo auxiliar.
A partir de ahí, Osoro ha repasado el legado que dejaba a Cobo. Así ha expuesto que hoy la Iglesia de Madrid es capaz de “transmitir la fe y entusiasmar a todos los cristianos”. “Nuestro seminario se mantiene con fuerza”, ha planteado el cardenal, a la vez que ha expuesto que las familias cristianas “crecen en el compromiso de vivir como Iglesias domésticas”.
Al comenzar su alocución, Cobo ha esbozado cuál quiere que sea su ser y hacer como arzobispo de Madrid con esta sentencia: “La Iglesia necesita siempre, en cada momento y en cada etapa, emprender nuevos caminos. En esta lógica de conversión caminamos en cada momento”.
El arzobispo ha recalcado que “tendremos que cambiar lenguajes y ajustar fórmulas pastorales a este momento. Es verdad. No vale lo de siempre. El cambio de época lo reclama para anunciar la fascinación del Evangelio a una ciudad y a unos pueblos y unas gentes sedientas de él”.
Además, ha añadido: “Con el Evangelio orado y meditado en el corazón tendremos entonces el gran reto: señalar, como hacéis tantos de vosotros, lugares concretos por donde habita Dios en Madrid. Esa es la sed que necesita ser saciada a nuestro alrededor”.
Cobo ha instado al pueblo de Dios a ser “testigos de la voz de Cristo, pero no individualista y fragmentariamente, sino de manera comunitaria”, porque “no podemos ser parcelarios, sino integradores. Aprendiendo a empastar las diferencias”.
En este sentido, “os convoco no solo a ‘ser’ Iglesia sino a amar ‘estar’ en esta Iglesia”. “Se trata de amarla, no por lo que queremos que sea, sino por lo que es. Y amarla desde dentro, sabiendo que su barro es nuestro barro y que su luz es la del Espíritu”, ha aseverado.
Del mismo modo, citando al Papa, ha insistido en que “amar a la Iglesia tal y como es significa aceptarla con sus imperfecciones y trabajar para mejorarla desde adentro”. Por ello, “si no despertamos este enamoramiento y esta pasión, nuestro testimonio cristiano será un aburrido eco de nosotros mismos”, ha recordado.
Por otro lado, Cobo ha destacado, que, como decía Juan de Dios Martín Velasco: “El futuro de la Iglesia en Madrid vendría dado, no por los grandes números, sino por el testimonio concreto y capilar de sus comunidades cristianas que fuesen realmente ‘significativas’ para sus vecinos”.
Por eso “tenemos el reto de impulsar comunidades, parroquias y realidades eclesiales de todo tipo alrededor de la misión. Comunidades abiertas, familiares y, sobre todo, que remitan a Dios. Que proclamen con obras, palabras y celebraciones la fuerza seductora del Evangelio”, ha subrayado.
Según ha advertido en su extensa homilía, “nuestra voz armónica como Iglesia no será la de tener la razón en todo, ni la de presumir del poder de los números, ni mucho menos de identificarnos con una u otra ideología política o cultural. Nuestra voz no aspira al monopolio del poder en nuestra sociedad. Tampoco queremos quedarnos añorando el pasado. Ni nos entretendremos en multiplicar condenas o lanzar reproches. Queremos no despistarnos demasiado por el camino”.
Y ha agregado: “No pretendemos entretenernos con disputas estériles que distraen de lo principal. Queremos caminar siempre al ritmo ágil y libre de Jesús, el Cristo; siempre atentos a quienes quedan descartados al borde del camino”.
Cobo, obispo responsable de Migraciones en la Conferencia Episcopal Española, no se ha olvidado de los migrantes. De hecho, un grupo numeroso de ellos se ha hecho presente en la celebración. “Las migraciones, la desigualdad, la soledad, la violencia y el sinsentido son los rincones donde las personas desplazadas, los pobres, los cautivos, los ciegos y oprimidos esperan a los seguidores de Cristo unidos, para ser rescatados y reconocidos como hijos de Dios”, ha recalcado.
Así, el prelado ha invitado a no olvidar que “somos una Iglesia samaritana”. “Cada pesebre y cada cruz de hoy es nuestra matriz de siempre. Por eso, los pobres son uno de nuestros más serios criterios de discernimiento en todo lo que hacemos. Lo que hagamos con ellos juzgará cada uno de nuestros pasos, como nos dijo Cristo”, ha explicado. Por eso, “sin ellos no hay camino. Sin su inclusión social y eclesial la alegría del Evangelio sería un imposible”, ha puntualizado.
Dirigiéndose a las autoridades, Cobo ha afirmado que, como cristianos, “aspiramos a que nuestra voz hoy llegue a toda la ciudad. A cuantos hombres y mujeres de buena voluntad quieran escucharla”. “Queridas autoridades y responsables de la vida social de Madrid -ha continuado-: contad con la sincera voz y ayuda de la Iglesia para trabajar por el bien común y para impulsar una cultura del encuentro”.
Asimismo, ha proseguido: “No vais a encontrar a la Iglesia de Madrid en los vagones de cola. El Evangelio es una potentísima locomotora capaz de ir en vanguardia aportando trascendencia, valores y una concepción del ser humano que nos ayuda a ser más felices, sabiendo que somos regalo de Dios con una doble nacionalidad: peregrinos en la tierra y convocados a ser ciudadanos del cielo”.
Al término de su homilía, “este pobre obispo”, ha expresado su deseo de que su “guía sea la de Cristo pastor, el que acoge, desde la caridad pastoral, prioritariamente a los heridos y perdidos. Así quiero presentarme ante vosotros y pedir vuestra oración, vuestra bendición y vuestra ayuda”.
Del mismo modo, y a modo de conclusión, ha terminando pidiendo que “los entrañables brazos maternales de la Virgen de la Almudena sostengan nuestra ofrenda y, con la intercesión de san Isidro Labrador, santa María de la Cabeza y todos los santos y mártires madrileños que nos acompañan, nos introduzcan en el misterio de la misericordia de nuestros Dios”. “Seguro que Cristo es quien hoy ‘toma posesión’ de nuestra diócesis y habita más y siempre en nosotros”, ha finalizado.