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Anne Lecu: “La auténtica condena de las mujeres en prisión es estar lejos de los hijos”





Religiosa dominica, Anne Lécu trabaja como doctora en la prisión más grande de Europa, la de Fleury-Mérogis, al sur de París. Nos cuenta su experiencia con mujeres heridas por la vida.



PREGUNTA.- ¿Qué hace sufrir a las mujeres en prisión?

RESPUESTA.- Para las mujeres en general, y las extranjeras en particular, la mayor dificultad es la separación de sus hijos. En los centros de detención de la Île de France hay una fuerte presencia de mujeres extranjeras, –de Brasil, Venezuela, Guyana y otros países de África occidental y central–, detenidas en aeropuertos parisinos.

En Fleury-Mérogis hay reclusas de cuarenta nacionalidades. Suelen ser condenadas por tráfico de drogas porque ayudaron a llevar drogas de un país a otro. Son las llamadas “mulas”. Muchas veces se van dejando a sus hijos con algún vecina durante una semana… y luego las detienen un año. Son situaciones complicadas porque saben que su vecina también es pobre y por eso se preocupan con mayor razón por sus hijos.

P.- ¿Qué pueden hacer?

R.- A veces intentan trabajar en prisión. Así pueden ganar de cien a ciento cincuenta euros al mes. Pero necesitan parte de ese dinero para vivir en la cárcel, para comprar papel higiénico, pasta de dientes, pagar el teléfono y la multa de aduana, porque de lo contrario no pueden ser beneficiarias de la libertad condicional. Si pueden apartar 50 euros al mes para enviárselo a sus hijos, ya es mucho.

Puede parecer poco en Europa, pero en algunos países realmente pobres, 50 euros te permiten mantener a los abuelos maternos y a una hermana con un hijo a cargo. Cuando logran llamar, recibir noticias y tal vez enviar ayuda financiera, se sienten un poco más tranquilas. A veces, simplemente explican que han encontrado un trabajo en Francia, y solo dicen la verdad cuando regresan a su país. Después, hay situaciones dramáticas en las que ni siquiera saben dónde están sus hijos.

P.- Hay mujeres procedentes de zonas de guerra…

R.- De hecho, su número ha aumentado desde 2016. La Justicia ha tomado conciencia de que estas mujeres, que se fueron voluntariamente en la mayoría de los casos, pueden ser peligrosas porque no siempre son víctimas de la propaganda terrorista, a veces también son sus artífices.

Cuando regresan de esas zonas son detenidas el tiempo suficiente para permitir que los servicios de inteligencia, la policía y los magistrados investiguen su situación. Estas mujeres también son separadas de sus hijos de la noche a la mañana, después de haber vivido en el campo con ellos. Los niños son confiados a una familia y solo pueden volver a ver a su madre después de una larga investigación. Posteriormente, cuando se crean las condiciones, el reencuentro se realiza en lugares supervisados y grabados en video y audio.

P.- ¿Y para las mujeres embarazadas?

R.- Hay una zona de guardería con once plazas para futuras mamás a partir del sexto mes de embarazo. Pueden permanecer en el área de guardería hasta que el niño alcanza los 18 meses, lo que, con las penas reducidas, hace que sean raros los casos en que el niño se va antes que la madre para volver con su familia o para ser enviado en una familia de acogida.

Sin embargo, sí sucede en casos de terrorismo donde las sentencias son largas. Por un lado, no es deseable que los niños permanezcan en prisión con su madre, pero, por otro lado, sin duda es mejor que permanezcan con su madre en los primeros meses de vida. ¿Cuál es la solución correcta? No sabría. En cualquier caso, tiene un efecto enorme sobre el estrés mental de las mujeres presas.

El problema de la culpa

P.- ¿De qué otros males hablan las internas?

R.- Hay un gran número de motivos de consulta relacionados con problemas de piel, sequedad, picor, acné o disfunción del ciclo menstrual. Muchas mujeres también aumentan de peso. Están tan angustiadas que devoran frente al televisor con la sensación de no comer nada. A veces me pregunto si esto tiene relación con el hecho de que muchas de ellas han sido transformadas en bolsas humanas para transportar la droga. Y luego está el problema de la culpa. Algunas mujeres que mataron a sus maridos abusadores se sienten más culpables a medida que mejoran. Si su vida mejora en prisión, imagina qué tremenda fue su existencia afuera.

P.- ¿Es posible conservar la intimidad en la cárcel?

R.- Las internas tienen que desnudarse en el cacheo antes de salir de la prisión para ir al juez, al hospital, al sector masculino para hacerse una radiografía… Es un acto de extrema violencia para mujeres que ya han sido víctimas de agresiones sexuales. Cuando lees el historial clínico de las internas, inmediatamente te encuentras con historias de violencia. La mayoría experimentó violencia sexual en la niñez y en la adolescencia. Es un aspecto no cuantificado por ahora, pero muy recurrente.

Esas mujeres han pasado por traumas de los que a veces hablan y a veces no. Nunca hago preguntas fuera de mi área de especialización para no abusar de mi poder como médica. No soy psicóloga, ni capellán y, en un universo cerrado como el de la cárcel, es importante que cada uno se quede en su sitio para respetar la libertad de las personas. Ni siquiera las examino el primer día de consulta para respetar su privacidad.


*Entrevista original publicada en el número de mayo de 2023 de Donne Chiesa Mondo. Traducción de Vida Nueva

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Etiquetas: cárcel de mujeres
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Alicia Ruiz López de Soria, ODN







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