La habitual reunión mensual del clero del arzobispado de La Serena esta vez estuvo dedicada a reflexionar sobre el diaconado permanente tanto en su propia misión, como en los desafíos que enfrentan en esta iglesia local.
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Al término del encuentro sus participantes se mostraron unánimes en reconocer la importancia de esta reflexión y el valor de sus resultados.
El vicario general, Cristián Montenegro, abrió el tema con su exposición sobre “esta vocación en la Iglesia y las dimensiones de su espiritualidad”, seguido por una presentación del diaconado en el país, a cargo del diácono permanente Marcos Rojas.
El director de la Escuela “San Lorenzo” para el diaconado permanente, José Luis Flores, realizó una memoria agradecida de este ministerio en la arquidiócesis, destacando cómo los arzobispos han potenciado esta vocación, la evolución que ha experimentado en cuanto a número y cómo se ha afrontado su formación.
Corresponsabilidad
El arzobispo René Rebolledo Salinas cerró las exposiciones agradeciendo a Dios por los diáconos permanentes en la arquidiócesis, por sus familias y por la corresponsabilidad con que asumen los oficios que la iglesia les encomienda. Luego pidió a los sacerdotes cercanía y comunión con ellos, sus esposas y familias. Los animó a encontrarse periódicamente con los que sirven en sus respectivas parroquias, encuentros en los cuales se puede “orar con ellos, reflexionar sobre un aspecto de la formación continua y compartir juntos la misión en la parroquia, incluida la distribución de las responsabilidades de cada cual en el espacio de la semana”.
En grupos, los participantes, apoyados por una pauta, analizaron aspectos relevantes de las presentaciones, identificaron principales desafíos actuales y propuestas de orientaciones para enriquecer el servicio pastoral. Las conclusiones fueron entregadas al Vicario Pastoral.
Cristian Montenegro, vicario general y uno de los expositores, al término del encuentro dijo que “es importante y valiosa la labor pastoral que hacen los diáconos. Hay que considerar los nuevos desafíos de la Iglesia en estos tiempos, parte de nuestra vida de fe, y hacer una lectura que permita fortalecer la formación para este ministerio que es parte activa en nuestra Iglesia, caminando junto a las comunidades”.
Nuevas generaciones de diáconos
El director de la Escuela “San Lorenzo”, por su parte, contento por el encuentro, se refirió a su labor en esa escuela: “tenemos una nueva estructura que contempla objetivos, cursos y programas para cada una de las dimensiones que van acorde a las exigencias de estos tiempos. Se ha estado trabajando varios años en ello, corresponde ahora poner en práctica y ver los frutos que se cosecharán a partir de estas nuevas generaciones de diáconos permanentes que proveerá la Escuela a la arquidiócesis. Esto toma vital importancia debido a la complejidad en estos tiempos respecto a las vocaciones”, apuntó.
La arquidiócesis cuenta con 58 diáconos permanentes, 31 sacerdotes diocesanos y 26 religiosos. Tiene una población total de 623.720 habitantes de los cuales 394.800 son católicos, el 63,3%, atendidos en 33 parroquias. Además, cuenta con 114 religiosas y 31 religiosos no sacerdotes.
La sede episcopal de La Serena, a 480 kilómetros al norte de Santiago, fue establecida como diócesis el 1 de julio de 1840 por el papa Gregorio XVI, y elevada a sede metropolitana el 29 de mayo de 1939 por Pío XII. Su actual arzobispo es René Rebolledo Salinas, desde el 14 de diciembre de 2013.
Enriquecer el apostolado de la Iglesia
El diaconado fue formalmente restaurado por el Papa Pablo VI en 1967. Ese mismo año, en septiembre, la Conferencia Episcopal de Chile solicitó a la Santa Sede la autorización para establecer el diaconado permanente, argumentando la necesidad de “mantener la fe en las comunidades aisladas, fortalecerla en las comunidades numerosas de las ciudades y en los barrios populares, suplir la escasez de sacerdotes y al mismo tiempo enriquecer el apostolado de la Iglesia”.
El Vaticano lo aprobó el 5 de diciembre de ese mismo año y en mayo de 1968 la Conferencia aprobó un ‘Reglamento para el diaconado permanente en Chile’. En mayo de 1970 se celebró la primera ordenación de 4 diáconos en Santiago. En mayo de 1970 se realizó el I Encuentro Nacional de Diáconos, que siguieron realizándose cada cuatro años, para definir aspectos claves del ministerio diaconal, en cuanto a sus diferencias y su complementariedad con el sacerdote.
En agosto de 1982, la Conferencia episcopal publicó las primeras ‘Orientaciones para el diaconado permanente en Chile’, vigentes hasta que, en noviembre de 1993, aprobó ‘ad experimentum’, por cuatro años, nuevas ‘Orientaciones para el diaconado permanente en Chile’.