Sin subir decibelios ni echar mano de estridencias, Nuria Calduch ha ido impregnando de aroma femenino el estudio de la Biblia. La autoridad que se ganó a golpe de rigor en sus investigaciones, con el tiempo se ha traducido en reconocimiento institucional. Si en 2021, el Papa la designó secretaria de la Pontificia Comisión Bíblica, primera mujer en asumir esta responsabilidad, ahora la ha fichado la Academia Europea de Ciencias y Artes (AECYA), institución cultural de referencia en el viejo continente.
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PREGUNTA.- No sé si intuía que esta prestigiosa plataforma le seguía la pista…
RESPUESTA.- Fue una sorpresa total. Tanto es así que, cuando leí el mensaje que me mandaron en un correo electrónico, pensé que se habían equivocado. Estuve a punto de echarlo a la papelera. Suerte que lo volvía a leer detenidamente y me di cuenta de que iba en serio. Al final resultó ser una sorpresa muy agradable de la que me siento muy honrada; y también me siento muy agradecida a las personas que pensaron en mí.
P.- Se trata de un ‘club’ intelectual de no poca relevancia, con varios Nobel entre sus miembros. ¿Este nivel de exigencia no le agobia?
R.- Es verdad que la Academia cuenta con varios premios Nobel en sus filas, pero la mayoría de sus miembros son profesionales en su campo que se dedican a la investigación y algunos también a la docencia a tiempo completo. El nivel no me agobia, al contrario, me estimula a seguir trabajando con el objetivo de dejar un buen legado a las futuras generaciones.
‘Religiones del mundo’
P.- Apostar por usted como biblista, amén de reconocer su valía, también habla de que la Teología importa fuera de los espacios eclesiales. ¿O falta todavía un largo trecho para que sea reconocida en el mundo secular como ciencia?
R.- De hecho, la AECYA está organizada en siete clases, una de ellas bajo el nombre de ‘Religiones del mundo’. A mí me han nombrado miembro de esta clase, que de hecho abarca un ámbito mucho más amplio que la teología o la Biblia, pues se ocupa de todo lo que se refiere al fenómeno religioso. El hecho de que exista esta clase ya es de por sí muy significativo y habla de la importancia de la religión (del latín religare), es decir, de la religación del ser humano con Dios.
