Este domingo 23 de julio, Mensajeros de la Paz celebra por vigésimo quinto año consecutivo la Jornada del Día de los Abuelos, Abuelas y Personas Mayores
“Comencé hace unos seis u ocho años, no recuerdo. El Teléfono Dorado me ha cambiado la vida al 100%, porque yo también estoy solo y puedo entender al que llama”, dice Segundo Galán, un voluntario del proyecto del Teléfono Dorado de Mensajeros de la Paz, la ONG fundada por el padre Ángel. Un proyecto que combate la soledad no deseada, por desgracia, cada día más necesario.
Este domingo 23 de julio, Mensajeros de la Paz celebra por vigésimo quinto año consecutivo la Jornada del Día de los Abuelos, Abuelas y Personas Mayores. La entidad quiere aprovechar este aniversario para concienciar contra una de las peores lacras de nuestra sociedad que aqueja especialmente a las personas mayores: la soledad no deseada.
Durante todo el verano los voluntarios de este proyecto se turnan incluso desde sus lugares de vacaciones, para que el proyecto no tenga que suspenderse (ni con 40ºC). “La soledad es muy dura. Solo en mis dos turnos a la semana recibo unas 100 llamadas. Hay personas que llaman cinco o seis veces a la semana”, explica Galán.
El voluntario se quedó viudo hace ya 25 años. Se dedicaba a la ebanistería y su economía no le permitía contratar cuidados para su esposa: “Salía a las seis de la mañana, volvía a las nueve para levantarla de la cama y volvía a trabajar. A veces le tenía que pedir al portero que estuviera atento”, recuerda. “Yo no he tenido más que mis manos para trabajar, nada más“, añade.
Desde que abrió el proyecto Teléfono Dorado, que tiene más de un cuarto de siglo, ha atendido más de 7 millones de llamadas, personas que han descolgado el teléfono para pedir ayuda para paliar su soledad, aunque sea por unos instantes. La pandemia ha sido un gran golpe para las personas que se sienten solas. Durante los meses de confinamiento, miles de personas tuvieron quedaron aisladas de su familia y vecinos. “Yo tengo muchos sobrinos, perdimos relación en la pandemia y no han vuelto a venir a verme”, explica un usuario.
Contrariamente a lo que se pudiera pensar, no solo los usuarios son los que sienten solos. El Teléfono Dorado cuenta con la singularidad de ser un apoyo también para las personas que hacen voluntariado. “Todos mis hermanos murieron de Covid”, relata Segundo. Él sabe la importancia de tener a alguien a quien contarle los problemas, “alguien que te visite, que te pueda acompañar al médico, porque si no terminamos en pensamientos muy peligrosos“.
Ana María Brea, coordinadora del proyecto, afirma sentirse “privilegiada de coordinar este proyecto tan bonito, que va a cumplir 28 años y cuenta con 100 voluntarios. Trabajar para atender a todas esas personas que necesitan ser escuchadas es un privilegio. Por eso, toda persona que lo necesite estamos en el 900 22 22 23“.