Primeras declaraciones del patriarca de la Iglesia caldea, el cardenal Louis Raphael Sako, después de que el presidente de Irak, Abdul Latif Raschid, revocase el decreto que le otorgaba los poderes necesarios para poder ejercer como administrador de los bienes de la Iglesia en el país.
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Tal como ha explicado el patriarca caldeo en una entrevista concedida a KNA, el presidente “no puede anular mi autoridad espiritual como cabeza de la Iglesia o mi ordenación”. Sobre el decreto en cuestión, ha señalado que “fue emitido por el predecesor de Rashid, el presidente Jalal Talabani, pero también hubo decretos de reconocimiento correspondientes del período otomano, que se llaman fermans”, por lo que no se explica por qué, “si el presidente tenía dudas sobre su base legal no lo discutió con nosotros”.
Para Sako, esta decisión “muestra que está bajo mucha influencia de las milicias de Babilonia, que se hacen llamar cristianos pero en realidad son un grupo chiíta con pocos cristianos”, por lo que “es posible que Raschid recibiera información incorrecta de las milicias y no fuera consciente de las consecuencias de sus acciones”. En cualquier caso, subraya que “es un precedente increíble para el que no hay base, pero también estoy experimentando una gran solidaridad ya que muchos líderes iraquíes están de mi lado y están presionando al presidente para que emita un nuevo decreto”.
La segunda confesión del país
La decisión tomada por el presiente iraquí puede tener “consecuencias dramáticas para nuestra Iglesia”, la cual forma la segunda confesión en el país. Por el momento, Sako irá a Erbil, en la región independiente del Kurdistán, “hasta que se resuelva el problema”. “Por supuesto que temo por nuestra propiedad en Bagdad cuando no estoy allí. El grupo de milicianos del que estamos hablando ha ocupado hogares cristianos en las Llanuras de Nínive y otros lugares. Nuestros cristianos tienen miedo de los ataques infundados, están en pánico”, ha asegurado.
En cuanto a la situación de los cristianos en Irak, Sajo ha señalado que el país “necesita cambiar su cultura y sus leyes. Como cristianos, somos considerados ciudadanos de segunda clase. Pero somos iraquíes. Estábamos en Irak antes de que los musulmanes estuvieran allí. Éramos mayoría y formamos el país y su cultura. Deben estar agradecidos con nosotros en lugar de marginarnos y empujarnos a emigrar”.