El patriarca caldeo, presionado por la presidencia de la República, se refugia en un monasterio del Kurdistán iraquí
Desde mediados de julio, la comunidad católica de Irak se siente conmocionada. Todo tras el anuncio del cardenal Louis Raphaël Sako, patriarca de Babilonia de los Caldeos, de que abandona Bagdad para ir a vivir, en condición de “misionero”, a un monasterio en la región autónoma del Kurdistán.
A nivel político, se trata de una salida con una fuerte resonancia histórica, pues la marcha de Sako llega después de que el presidente de la República, Abdul Latif Rashid, haya revocado un decreto emitido en 2013 por el anterior jefe de Estado, Jalal Talabani, en el que la Administración reconocía al purpurado como patriarca de la Iglesia caldea. Perdida esta condición desde el punto de vista institucional, el representante eclesial, aunque ha lamentado una decisión que “no tiene precedentes en la historia de Irak”, la ha aceptado y, pese a lamentar “el silencio del Gobierno”, que se ha mantenido al margen de esta decisión de la Jefatura del Estado, ha optado por una salida.
En un comunicado de respuesta, Rashid ha reiterado que Sako “sigue gozando del respeto y del aprecio de la Presidencia de la República como patriarca de la Iglesia caldea en Irak y en el mundo”. En este sentido, según aclara una fuente eclesiástica local a ‘Asia News’, el Estado iraquí no busca poner en tela de juicio una autoridad religiosa que reconoce que proviene en última instancia de la jurisdicción de la Santa Sede, pero, con esta revocación, sí busca dejar claro que el centro de la disputa está en “el control de los bienes y propiedades” ligados a la Iglesia local.
Yendo más allá, el analista Alan Sarkis, explica en otro artículo, en el periódico libanés ‘Nidaa al-Watan’, que el meollo del conflicto está en el enfrentamiento entre Sako y el llamado Movimiento Babilonia, una facción teóricamente católica, pero que, en la práctica, está conformada en su mayoría por chiítas próximos al régimen de Irán. Así, repetidamente, el patriarca ha denunciado que Teherán busca desplazar a los cristianos de la Llanura de Nínive, que es en la práctica su último reducto en el país, para conseguir que la mayoría opten por la diáspora y así hacerse ellos con el control de la zona.
Un objetivo, por cierto, que cada vez parece más cercano. Y es que la comunidad católica y la cristiana en general se están agotando ante un cúmulo sin fin de adversidades. Así, si en 2003 había millón y medio de cristianos en el país, la guerra que acabó con la caída de Sadam Hussein, la posterior persecución del ISIS y, ahora, esta presión iraní, han hecho que apenas queden medio millón.
Para Sarkis, la clave estuvo en cuando Washington, que tuteló el camino hacia el asentamiento de una supuesta democracia, propuso a los líderes eclesiales que declararan “autónoma” la Llanura de Nínive, tal y como hizo la región del Kurdistán. La negativa de entonces, esgrimiendo que los cristianos están “comprometidos con la unidad nacional” y forman parte de la identidad de Irak “desde su origen histórico”, ha llevado a la larga a una desprotección que estaría aprovechando el régimen iraní en suelo iraquí.
Ahora, el Movimiento Babilonia, liderado por Rayan al-Kildani, se presenta como el gran enemigo del cristianismo local, pese a llegar a presentarse como supuestos cristianos a las últimas elecciones parlamentarias. Sako buscó denunciarlo públicamente y, tras el revés sufrido por ello, se teme que su voz pierda significancia fuera de la capital del país.