Como cada año, Cáritas Española presentó recientemente su Informe de Economía Solidaria. Correspondiente a 2022, en un año marcado por la guerra de Ucrania, la crisis económica y los últimos ecos de la pandemia, la organización católica acompañó a 64.865 personas en sus iniciativas de empleo, lo que supuso un 11,7% más que el año anterior, cuando fueron 57.233. De ellas, 12.807 (una de cada cinco) lograron acceder a un puesto de trabajo.
Una significativa novedad es que dicho informe no se presentó, como es habitual, en una rueda de prensa en la sede central de Cáritas Española, en Madrid. De hecho, para ir más allá de los datos y concretarlos en historias de esperanza, los medios fueron llevados en autobús hasta Albacete. Concretamente, a la Cafetería Romero, en uno de los proyectos de comercio justo e inserción laboral de su delegación local, visibilizando hasta qué punto, más allá de las cifras, la apuesta por una “economía con alma” se traduce en vidas transformadas. En este caso, las de quienes llegaron a Cáritas en una situación de marcada vulnerabilidad y, tras aprovechar la oportunidad recibida, ahora están a las puertas de tener su propio trabajo y autonomía en su vida.
Rosa García, directora de Cáritas Albacete, visibilizó la realidad local y explicó que son muy conscientes de que “la España vaciada está aquí”, por lo que no hace falta que nadie les explique “cómo se reducen los servicios sociales, los sanitarios o los educativos”, habiendo “cada vez menos familias jóvenes e interés de las empresas”.
Frente a esta realidad, Cáritas Albacete se pone en marcha y, además de tratar de impulsar a quienes están en una situación de especial vulnerabilidad, en programas de empleo, formación e inserción laboral, busca que esta apuesta por las personas tenga su reflejo también a la hora de regenerar su tejido social, tratando de romper “la rueda de la exclusión y la dependencia”.
En este sentido, Rosa recuerda que, en sus inicios, “ya en los años 90, cuando apoyábamos los derechos de las trabajadoras del hogar”, siempre tuvieron ese afán por regenerar vidas personales y comunitarias. Algo que pudieron concretar más “en 2017, cuando dimos el salto al crear la Fundación El Sembrador”. El hecho de que en su patronato, además de Cáritas, estén representantes de los empresarios y de la Universidad, muestra hasta qué punto nace con el objetivo de poder “concretar muchas alternativas” a nivel de empleo y formación. Además, entre sus principales financiadores están la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, el Ayuntamiento de Albacete y el Fondo Social Europeo.
Este alud de oportunidades se encarna en distintos proyectos: en una empresa de recogida y distribución textil (‘Fuera de serie moda re’ cuenta con tiendas en Albacete, Almansa, y ‘Espacios con Corazón’ en Hellín y La Roda, así como una nave en la capital); con el Vivero El Sembrador, en Nava de Campana; y con una red de hostelería presente en los municipios Elche de la Sierra (Café Cultural El Búho), en Letur (Restaurante El Búho), Nerpio (Albergue y Campamento Rural Cortijo Covaroca) y, en Albacete, la ya citada Cafetería Romero, enfocada en el comercio justo. Además, cuentan con el Albergue Colonia El Sahúco, en Peñas de San Pedro.
Una de las personas que ha visto cambiar su vida es Rabie Oulad Omar Layachi, joven marroquí de 29 años que llegó hace tres años y medio a Albacete y que, desde hace seis meses, trabaja en ‘Fuera de serie moda re’. En conversación con Vida Nueva, explica que, “cuando llegué, la primera puerta que se me abrió fue la de Cáritas. Quien me acompañó fue Ricardo Manuel Belmonte, voluntario y técnico, que fue una especie de tutor para mí y a quien tengo por un hermano mayor”.
En este tiempo, gracias al acompañamiento de la entidad eclesial, Rabie ha podido regularizar su situación, está realizando numerosos cursos (desde costura hasta informática), se ha sacado el carnet de toro (ahora está con el de camión) y trabaja en algo que disfruta. De ahí que asegure que, “cuando siembras, recoges. Y yo tengo muchas ganas”.
Pletórico, no para de darle “las gracias a Cáritas, pues ha sido un trampolín en mi vida. Cuando llegué, no tenía nada. Y, ahora, lo tengo todo”. De ahí que quiera devolver parte de lo recibido: “Echo una mano en la Parroquia de Santa Teresa, haciendo sudarios. Soy musulmán, pero ellos me han regalado un testimonio de fe, conociendo muchos valores tanto en Cáritas como en la parroquia. Siento que ante todo somos hermanos y nos tenemos que cuidar los unos a los otros”.
Además, es voluntario en el programa Corazón de casa: “En 2021, yo fui el primero en entrar en el proyecto, como persona acompañada, y ahora disfruto ayudando a menores y jóvenes migrantes en situaciones de dificultad. Estamos con ellos, les ofrecemos formación y les ofrecemos salidas en varios aspectos, no solo laborales”.
A unas semanas de casarse con su novia, tiene claro que vivirán en Albacete: “Quiero tener una familia y que echemos raíces aquí. Hay que dinamizar los entornos rurales y, para eso, necesitamos trabajos dignos. Antes, no me podía mantener. Pero, gracias a la oportunidad recibida, ahora lo tengo todo aquí”.
Foto: Cáritas.