Analizaron algunas consecuencias que surgirán a partir de los criterios del ministerio del catequista
Durante este Simposio organizado por el ISCA, continuaron las exposiciones de los expertos en catequesis para ayudar al análisis, el diálogo, para que los catequistas puedan brindar sus aportes, de acuerdo a las temáticas presentadas y las pautas específicas.
En este caso, el p. Javier Acosta, de México, y Verónica Rozas del equipo animador del ISCA, hablaron sobre la “Iglesia en América Latina que evangeliza con aquello que vive”.
A fin de pensar la catequesis y cómo se implementará el ministerio laical del catequista, el profesor del ISCA de Guadalajara compartió algunas de sus reflexiones: qué significa instituir; cuáles serán las consecuencias de este ministerio en el mundo eclesial; qué impacto tendrá en el mundo laical; qué significa para el mundo ser un ministro instituido.
Según su opinión, es necesario tanto un mayor diálogo en reflexión a los signos de los tiempos, como audacia y empuje. El ministerio laical del catequista debe tener olor a oveja, a redil. Hay que salir a la calle, ir hacia la gente; acompañar, tender puentes y redes para facilitar el encuentro con Jesús.
Señaló que hay que evitar la disociación entre fe y vida, con testimonio y coherencia. Y mencionó los ecosistemas en los que se desarrolla el catequista, por lo que es necesario atender a cada uno de ellos.
Por su parte, Verónica Rozas para completar la mirada, puntualizó algunos peligros que, desde su mirada laical, de mujer y comprometida con el trabajo eclesial, se podrían visualizar a partir de este ministerio:
Asimismo, pidió recuperar al catequista discípulo que es maestro y forma discípulos. Volver al trabajo artesanal, del uno a uno, volver al proceso de encontrarme con el otro.