Cultura

El Arca de la Alianza a la que sobrevivió Indiana Jones

  • La quinta entrega de la saga de Harrison Ford invita a rememorar el misterioso cofre de Yahvé, su primer desafío
  • En esta ocasión, el actor ya octogenario busca el dial del destino, artilugio capaz de cambiar la Historia
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Por tierra, mar y aire, Indiana Jones, octogenario ya, aún de buen ver, propone al espectador una nueva aventura, la última con Harrison Ford como el arqueólogo (¿o no lo era?). Ahora recorre medio planeta en busca del dial del destino, un artilugio capaz de cambiar la Historia.



Pero recordemos que, en la primera entrega de esta millonaria saga que nació en 1981 de la mano de Steven Spielberg y George Lucas (se acaba de estrenar la quinta, en la que Ford dice adiós al látigo, la chupa de cuero y el sombrero fedora), Henry Walton Jones Jr. recorría los caminos y sorteaba mil peligros con un único objetivo: hallar el Arca de la Alianza. Recordemos, también, cuán desoladora se nos antojó aquella postrera imagen cinematográfica de una nave inmensamente grande repleta de cajas de madera, de similar tamaño, apiladas unas sobre otras. Quizás en una de las miles estuviera guardado el divino tesoro, merced a la insaciable rapiña nazi.

De madera de acacia

Objeto de apasionados debates, la existencia del Arca de la Alianza continúa siendo un misterio. En dicho cofre, flanqueado y coronado por dos querubines uno frente a otro y construido por los israelitas, se guardaban las tablas en las que Moisés escribió los Diez Mandamientos dictados por Dios.

Así se recoge su construcción con gran detalle en el libro del Éxodo: “Harán también un arca de madera de acacia, cuya longitud será de dos codos y medio, su anchura de codo y medio, y su altura de codo y medio. Y la cubrirás de oro puro por dentro y por fuera, y harás sobre ella una cornisa de oro alrededor. Fundirás para ella cuatro anillos de oro, que pondrás en sus cuatro esquinas; dos anillos a un lado de ella, y dos anillos al otro lado. Harás unas varas de madera de acacia, las cuales cubrirás de oro. Y meterás las varas por los anillos a los lados del arca, para llevar el arca con ellas. Las varas quedarán en los anillos del arca; no se quitarán de ella. Y pondrás en el arca el testimonio que yo te daré” (Ex 25, 10-16).

Varias teorías

A día de hoy, y de ayer también, son varias las teorías que circulan sobre el lugar exacto donde puede hallarse este fascinante objeto al que se le atribuían determinados poderes. Una primera hipotesis, la más probable, apunta a que el Arca fue destruida o perdida cuando el Templo de Salomón fue saqueado y reducido a cenizas en el siglo VI a. C.

Otra la situaría en Etiopía, a donde fue llevada por el rey Menelik I (que significa “el hijo del sabio”), hijo de Salomón, y en cuya iglesia de Santa María de Sion en Aksum, un templo austero de pequeñas dimensiones, se guardaría. Los monjes que viven allí tiene la tarea ‘in aeternum’ de vigilar día y noche el “Tabot”, es decir, las Tablas de la Ley.

Europa es otro de los enclaves señalado como posible hogar del cofre, quizás dentro de una catedral u oculto tras sus muros. Allí habría sido trasladada por los Caballeros Templarios. La quinta volvería a la casilla de salida: el Arca estaría en Jerusalén o sus alrededores, probablemente oculta en una gruta o subterráneo, pero a buen recaudo. Incluso hay quienes la sitúan en La Meca o en Nueva Guinea. Quién sabe, Indiana, quién sabe…

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Alicia Ruiz López de Soria, ODN







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