El papa Francisco no ha faltado a su cita dominical con los peregrinos reunidos en la Plaza de San Pedro y ha presidido este mediodía la oración mariana del ángeles. Una ocasión que el pontífice ha aprovechado para destacar el sentido de la Jornada mundial de la amistad y la de lucha contra la trata de los seres humanos, “una realidad terrible que implica a muchas personas que viven en condiciones inhumanas y que sufren la indiferencia y el descarte de la sociedad”. También en su recuerdo a la guerra en Ucrania denunció el uso bélico del cereal y la alimentación como ofensa a Dios, por lo que pidió a Rusia que se vuelva a unir al acuerdo de exportación del grano almacenado en el Mar Negro. Pidió una solución para el Líbano al cumplirse el aniversario de la explosión en el puerto de Beirut. También pidió oraciones para su próximo viaje a Lisboa para participar en la Jornada Mundial de la Juventud.
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La perla preciosa
Comentando el evangelio del domingo (cf. Mt 13, 44-52) en el que Jesús compara el Reino de Dios con una perla preciosa para un comerciante o a la tarea de selección de los peces tras la pesca con red; el pontífice destacó de la parábola de la perla de un mercader que busca, encuentra y finalmente la compra. Francisco relató su actitud de búsqueda activa, “una actitud que sirve para nosotros, reavivar el deseo de buscar, a cultura sueños de bien y encontrar la novedad del Señor”. El Papa señala que el encuentro de una perla de un gran valor “no es fácil en medio de un bazar oriental lleno” de gente o de objetos varios. “A veces en estos mercados si miras bien puedes descubrir cosas preciosas que a primera hora no se ven” pero que el mercader “sabe discernir”. “Todos los días en casa, por la calle, en el trabajo, de vacaciones tenemos la posibilidad de descubrir el bien y encontrar aquello que importa”, recalco el Papa frente la pérdida de tiempo en otras cuestiones. “La vida te ofrece cada día la perla preciosa del encuentro con Dios y con los otros”, recalcó el Papa.
La compra de la perla tras este proceso, prosiguió Francisco, implica “sacrificar todos sus bienes para tenerla” que se convierte “en su única riqueza, el sentido de su presente y su futuro”. Por eso el Papa invitó a pensar a los creyentes cuál es esta perla por la que se renuncia a todo, “es Él mismo, el Señor”, apuntó. “Vale la pena invertir todo en Él porque entonces la vida cambia entera”, recalcó. Por ello el Papa interpeló a los presentes en qué medida son personas en búsqueda o son “jubilados espirituales” –incluso jóvenes– y si Jesús es el bien más preciado de la vida.