Aquello no era un concierto de Harry Styles, pero lo parecía. No era una final de la NBA en el Madison Square Garden, pero algo tenía de aquello. Sí, porque en la fiesta española de la Jornada Mundial de la Juventud de Lisboa hubo petición de mano. Ya lo sugirió Guillem Climent, ‘speaker’ de MegaStar FM, que se entregó a lo largo de toda la noche. Era el momento de hincar rodilla. Y Sergio cumplió. El joven de Granada salió irrumpía en el escenario levantado en los jardines del casino de Estoril. Y se la jugó al rojo. O al negro. Da igual. El caso es que ganó. Declaración pública de amor ante más de 40.000 jóvenes.
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¿Una americanada? No. Un gesto público. Acostumbrados a escuchar en estos encuentros testimonios a pie de ambón, previamente prefabricados, con dosis de conversión extrema en un contexto de heroicidad martirial, al chaval de Granada no le hizo falta sacar conejos lacrimógenos de la chistera. Un tipo normal, con una relación normal que expone con normalidad su vocación laical para formar una familia. Fin. Sin adornos, catequesis ornamentada ni citas grandiolcuentes. Con naturalidad le pidió matrimonio a Aurora que estaba pegadita a una valla, pero que ni por asomo se imaginaba lo que le iba pasar. En modo ‘¡Sorpresa, sorpresa!’, solo faltaba Isabel Gemio. Las cámaras fueron a buscar a la susodicha y la susodicha subió hasta el escenario jaleada por todos y con la cara de enamorado de su futuro esperándole arriba.
Todos invitados
“Hoy cumplimos tres años y tres días desde que nos conocimos. Y como a ella le gusta el tres, era el momento perfecto”, explicaba micro en mano el joven andaluz. Y justo, a las 23:43, otros dos treses, se ponía a los pies de su chica. De fondo, unos acordes de la marcha nupcial. “Está un poquillo nerviosa y podéis animarla”, planteó Sergio que se vino arriba y se puso a entonar un ‘Lololo’ futbolero, metiéndose al personal en el bolsillo. Metidos en harina, siguió el ´sí, quiero’, el ‘que se besen’ y la ovación definitiva. Mutis por el foro de la pareja ya comprometida en la que será la JMJ de su vida.
“¡Estamos todos invitados a la boda de Aurora!”, bromeaba inmediatamente después Migueli, en modo ‘boda Lolita’ y su ‘simequeréisirse’. El cantautor vibró a los presentes como lo lograron todos y cada uno de los que animaron a los peregrinos que asistieron al festival ‘Caminos de Juventud’.
Ni bichos raros ni extraterrestres
Y la Generación Z, la previa y la sucesiva, se entregaron. Lo mismo se desataban cuando DJ Abraham se marcó un Ana Mena que con el flashmob de Toño Casado o el drill de Grilex. Y ensimismados cuando Nacho Cano se plantó con medio musical de ‘Malinche’ para compartir su canción del bautismo y su tema sobre el mestizaje. Porque los ‘papaboys’ no son bichos raros ni extraterrestres ni una estirpe. Son jóvenes de su tiempo, que no viven en una burbuja. Y así lo ha entendido y entiende el equipo de la Subcomisión para la Juventud de la Conferencia Episcopal Española.
No han tratado a los jóvenes como niños ni un comité ha programado un encuentro de quienes intuyen saber lo que los chavales necesitan sin darles voz ni voto. Si la pastoral es con jóvenes, es con jóvenes en la parroquia y en el macrofestival de ayer. Si no, es un proyecto de adultos para adultos del que los jóvenes rehúyen salvo que se les dirija con anteojeras equinas. Y si es pastoral de Iglesia es pastoral de todos, en comunión entre parroquias, congregaciones y movimientos.
Anoche esuvietron todos los que quisieron estar. Pero hubo quien se desmarcó del programa. Anótese. Sumar sensibilidades y carismas, le han provocado no pocos desvelos a Raúl Tinajero, el fontanero de todo este engranaje, que lleva dejándose la piel y llevándose alguna que otra bofetada inmerecida por renovar tanto la mirada a los jóvenes como la calidad de la música católica, aunque hay quien quiera adelantarle ahora por la derecha. Al cura de Toledo lo mismo se le veía con la casulla sudando la gota gorda durante la misa que con el chaleco y el pinganillo para coordinar el concierto nocturno fuera de plano. Porque sabe que el presente y futuro de la Iglesia se juega entre bambalinas, en lo que va entre una JMJ y otra. Pero también en un fiestón como el de ayer.