Fernando Pessoa o José Saramago han servido al papa Francisco para vertebrar su primer discurso en Portugal. Aunque la visita del Pontífice a Lisboa se circunscribe a la Jornada Mundial de la Juventud 2023, la realidad es que hoy, Jorge Mario Bergoglio, dedica su primer día en la capital lusa a hacer una visita oficial, con un primer discurso dirigido a las autoridades, la sociedad civil y el cuerpo diplomático en el Centro Cultural de Belén.
“Lisboa, ciudad de encuentro que abraza diferentes pueblos y culturas, y que en estos días se vuelve todavía más universal; se transforma, de alguna manera, en la capital del mundo”, ha comenzado diciendo Francisco en un discurso dirigido a toda Europa precisamente desde la ciudad que en 2007 fue el lugar escogido para la firma del Tratado de reforma de la Unión Europea.
Por tanto, “Lisboa recuerda la necesidad de abrir vías de encuentro más amplias, como ya lo hace Portugal, especialmente en países de otros continentes que comparten la misma lengua. Espero que la Jornada Mundial de la Juventud sea, para el viejo continente, un impulso de apertura universal”, ha señalado.
En su llamamiento a que Europa se despierte, el Papa ha advertido que la mira con “cariño sincero”. Y, desde ahí, le pregunta: “¿Hacia dónde navegas, si no ofreces procesos de paz, caminos creativos para poner fin a la guerra en Ucrania y a tantos conflictos que ensangrientan el mundo?”.
Durante su extenso discurso, ha apuntado también una gran prioridad: defender la vida, “puesta en peligro por las derivas utilitaristas que la usan y la desechan. Pienso en tantos niños no nacidos y ancianos abandonados a su suerte; en la dificultad por acoger, proteger, promover e integrar a los que vienen de lejos y llaman a las puertas; en la soledad de muchas familias que luchan por traer al mundo y criar a sus hijos”.
Y ha continuado: “También aquí se podría decir: ¿hacia dónde navegan, Europa y Occidente, con el descarte de los ancianos, los muros de alambre espigado, las tragedias en el mar y las cunas vacías? ¿Hacia dónde van si, ante el dolor de vivir, ofrecen remedios superficiales y equivocados, como el fácil acceso a la muerte, una solución de conveniencia que parece dulce, pero que en realidad es más amarga que las aguas del mar?”.
Ante esta realidad Europea, el Papa afirma con certeza que hay motivos de esperanza. Entre ellos, los jóvenes que estos días inundan Lisboa. “Cultivan deseos de unidad, de paz y de fraternidad, nos desafían a hacer realidad sus sueños de bien. No están en las calles para gritar de rabia, sino para compartir la esperanza del Evangelio”.
Y “si desde muchos sectores se respira hoy un clima de protesta e insatisfacción, terreno fértil para el populismo y las teorías conspirativas, la JMJ es una oportunidad para construir juntos. Reaviva el deseo de crear novedad, de hacerse a la mar y navegar juntos hacia el futuro”, ha recalcado parafraseando ‘Navegar es preciso’ de Pessoa.
Sobre la esperanza ha esbozado una suerte de laboratorio basado en tres realidades para trabajar juntos: el medio ambiente, el futuro y la fraternidad.
En primer lugar, ha señalado el medio ambiente, recordando que “Portugal comparte con Europa muchos esfuerzos ejemplares para la protección de la creación. Pero el problema global sigue siendo extremadamente grave: los océanos se están calentando y sus profundidades sacan a la superficie la fealdad con la que hemos contaminado nuestra casa común. Estamos convirtiendo las grandes reservas de vida en vertederos de plástico”.
Además, ha añadido: “El océano nos recuerda que la vida humana está llamada a armonizarse con un entorno más grande que nosotros, que hay que cuidar con esmero, pensando en las generaciones más jóvenes”. Y se ha preguntado: “¿Cómo podemos decir que creemos en los jóvenes, si no les damos un espacio sano para construir el futuro?”.
En segundo lugar, sobre el futuro ha recalcado que son los jóvenes, “pero hay muchos factores que los desaniman, como la falta de trabajo, los ritmos frenéticos en los que están inmersos, el aumento del coste de la vida, la dificultad para encontrar vivienda y, lo que es aún más preocupante, el miedo a formar una familia y traer hijos al mundo”.
En tercer lugar, ha señalado la fraternidad, recordando lo expresado por Saramago en ‘Todos los nombres’: “Lo que da verdadero sentido al encuentro es la búsqueda y es preciso andar mucho para alcanzar lo que está cerca”.
“También aquí tenemos a los jóvenes que, con su grito de paz y su deseo de vivir, nos llevan a derribar las rígidas barreras de pertenencia erigidas en nombre de opiniones y creencias diferentes”, ha concluido.