A última hora, a José María Avendaño le cambiaron su lugar de catequesis. De un polideportivo en Linda-a-Velha a una parroquia en un barrio periférico de Lisboa: el Señor Jesús de los Afligidos. Una modificación que sólo le llegó a él. Lo comprobó a primera hora de la mañana, cuando se plantó en su nuevo destino y allí no había revuelo de banderas ni colas en la entrada.
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Pasaban los minutos, se acercaba las nueve y media de la mañana y allí solo estaban los voluntarios y dos misioneras del Espíritu Santo. Todos, apurados por la soledad del prelado. No conocían al obispo auxiliar de Getafe. El hijo de la Jorga y Cándido hizo de las suyas en una barriada en las que se mueve como si las conociera. No era más diferente que La Alhóndiga o Las Margaritas de su diócesis madrileña, de esas que huelen a asfalto quebrantado y rostros castigados.
Aviso profético
Ni un peregrino inscrito en las afueras. Pero el prelado no se achantó y aprovechó el contexto para hacer una de las suyas. ya había recibido un aviso profético nada más entrar en la iglesia que no se llama ‘de los afligidos’ por mera casualidad: “La bienvenida me la dio Lidia, una mujer que perdió a su marido hace seis meses y a su hijo hace dos. Una afligida por la vida me acogía, me recibía”.
Si no hay catequesis en el templo, hágase una catequesis fuera. “Sentado en la parroquia, sentí ese ‘Id a los cruces de los caminos’”, comenta el obispo. Sin dudarlo dos veces, se plantó en el bar de enfrente con los voluntarios. Allí se mezcló entre los ancianos de la zona con su soledad a rastras y con algún que otro joven que llevaba en su mochila la losa del alcohol. Con ellos conversó largo rato y los invitó a pasar al templo. Ya en el interior de la iglesia, también ejerció de párroco, escuchando a la trabajadora social de la comunidad, que le explicó cómo Cáritas parroquial atiende a un centenar de familias con problemas de pobreza, depresión, adicciones…
Haced lo que Él os diga
“Hoy era el día de hablar de la amistad social, y eso es lo que hemos hecho en lugar de predicar. Hemos salido al encuentro desde ese ‘Haced lo que Él os diga’ que dice la Virgen para calmar a aquellos que tienen sed de Dios”, expone a ‘Vida Nueva’ el pastor, que lleva largo recorrido en salir al paso de descartados de todo tipo, lo mismo en Aranjuez que en Ciempozuelos. Y hoy, de repente, en Lisboa. “Estamos llamados a acercarnos a cualquier hombre y mujer para tocar en ellos las heridas de a Cristo”, reflexiona en voz alta, sabedor de que implica “estar atentos a los detalles, a las pequeñas cosas, a esos ‘actos de puro amor’ que invocaba Teresa de Lisieux”.
De vuelta a la iglesia, decidió con los parroquianos rezar el rosario “para poner en el corazón de la Virgen a todo el barrio, a todos estos afligidos de hoy”. Y, por supuesto, celebrar la eucaristía teniendo presente a “la cruz de tantos hombres y mujeres”. “La fraternidad universal pasa por ser cireneos, acercarnos a las llagas de Cristo que nos complican la vida como una auténtica bendición, tal y como defendía san Francisco de Asís”, sostiene el auxiliar de Getafe.
Al encuentro
Cuando el obispo había salido a ese cruce de caminos, llegó una llamada desde Linda-a-Velha. Le estaban esperando peregrinos de México y Estados Unidos. Ya era tarde, no había margen para desplazarse. Entonces, al terminar la misa con los voluntarios y parroquianos, los peregrinos perdidos aparecieron. Un grupo de Jérez, Cádiz y algún que otro lugar buscaban una eucaristía a la desesperada y el prelado salió al rescate revistiéndose de nuevo. A saber, la parroquia del Señor de los Afligidos fue al encuentro de Avendaño y Avendaño salió a los caminos de los afligidos. La amistad social con la que sueña el Papa, entre adoquines desgastados. Si la JMJ de Lisboa prometía un nuevo modelo de catequesis, el pastor lo cumplió a rajatabla. ‘Rise up’. ‘Levántate’.