Cuando el Papa aparece, el Parque Eduardo VII se cae abajo. No es Maluma ni Beyoncé. ¡Es Francisco! Los jóvenes le han preparado esta tarde un gran recibimiento en la ceremonia de apertura de esta Jornada Mundial de la Juventud de Lisboa, siendo la primera vez en el viaje que se dirige a todos.
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“Me alegra escuchar el simpático alboroto que hacen y poderme contagiar de su alegría”, ha comenzado confesando el Papa, recordándoles que no les convoca aquí ni él, ni sus obispos, ni los sacerdotes ni catequistas, no: “Es Jesús quién los ha llamado”.
Jorge Mario Bergoglio, tras las palabras del patriarca de Lisboa, Manuel Clemente, ha hecho gala de su fuerza como pastor para llevarse a los jóvenes al bolsillo. “Amigos, no están aquí por casualidad. El Señor los llamó, no solo en estos días, sino desde el comienzo de sus vidas. Sí, Él los ha llamado por sus nombres”, ha señalado.
“Dios te llama por tu nombre”
“Amigo, amiga, si Dios te llama por tu nombre significa que para Él no eres un número, sino un rostro. Quisiera que veas una cosa: muchos hoy saben tu nombre, pero no te llaman por tu nombre. De hecho, tu nombre es conocido, aparece en las redes sociales, se elabora por algoritmos que le asocian gustos y preferencias”, ha explicado.
Y ha continuado: “Pero todo esto no interpela tu unicidad, sino tu utilidad para los estudios de mercado. Cuántos lobos se esconden detrás de sonrisas de falsa bondad, diciendo que saben quién eres, pero que no te quieren; insinúan que creen en ti y te prometen que llegarás a ser alguien, para después dejarte solo cuando ya no les interesas más”.
Para Francisco, estas “son las ilusiones de lo virtual y debemos estar atentos para no dejarnos engañar, porque muchas realidades que nos atraen y prometen felicidad después se muestran por aquello que son: cosas vanas, superfluas, sucedáneos que nos dejan vacíos por dentro”.
“El Señor no señala con el dedo”
Dirigiéndose en todos momento a ellos como un amigo, les ha hecho hincapié en que les habla claro porque sabe que “son alérgicos a la falsedad y a las palabras vacías”.
Y he aquí su gran mensaje para ellos: “En la Iglesia hay espacio para todos ―y, cuando no haya, por favor, esforcémonos para que haya―, también para el que se equivoca, para el que cae, para el que le cuesta. Porque la Iglesia es, y debe ser cada vez más, esa casa donde resuena el eco de la llamada que Dios dirige a cada uno por su nombre. El Señor no señala con el dedo, sino que abre sus brazos; nos lo muestra Jesús en la cruz. Él no cierra la puerta, sino que invita a entrar; no aleja, sino que acoge”, ha remarcado. De hecho, el Papa les ha pedido repetir con él: “Todos, todos, todos”.
El Pontífice ha recordado que “en estos días transmitimos su mensaje de amor, que libera el corazón y deja una alegría que no desaparece. ¿Cómo? Llamando a los demás por su nombre. Pregúntenle su nombre a quienes encuentren y después repítanlo con amor, agregando sin miedo: ‘Dios te ama, Dios te llama'”.
Dos tareas para los jóvenes
“Recuérdense mutuamente que son valiosos. No teman decirse también: ‘Hermano, hermana, es hermoso que tú existas’. ¿Qué les parece? ¿Lo hacemos?”, ha invitado a los jóvenes, que le han correspondido.
Más allá de esta tarea, les ha puesto otra para estos días: “Las preguntas que ustedes tienen en su interior, esas importantes, relacionadas con los sueños, los afectos, los deseos más grandes, la esperanza y el sentido de la vida, no se las guarden para ustedes, háganselas a Jesús. Llámenlo por su nombre, como Él hace con ustedes”.
“Llévenle sus interrogantes y confíenle sus secretos, la vida de las personas queridas, las alegrías y las preocupaciones, y también los problemas de sus países y del mundo. Entonces descubrirán algo nuevo, sorprendente: que cuando le preguntamos al Señor, cuando le abrimos el corazón cada día, cuando rezamos de verdad, se produce en nosotros un vuelco interior”, ha agregado ante el sonoro aplauso de los miles de peregrinos que se desgañitaban cantando a pleno pulmón ese famoso “está es la juventud del Papa” -léase cantado-.