Tras la comunión, en la misa de envío de la Jornada Mundial de la Juventud se produce el esperado momento del anuncio de la sede y la fecha de la próxima JMJ internacional. Antes de esto el papa Francisco entregó unas cruces a un grupo de jóvenes representantes de los cinco continentes. Y antes de rezar el ángelus, el Pontífice anunció que la sede de la próxima JMJ será Seúl (Corea del Sur) en el año 2027. Antes, en 2025, se celebrará en Roma el Jubileo de los Jóvenes.
Francisco agradeció todo lo vivido en este acontecimiento de gracia e invitó a compartir la gratuidad de Dios. Así el Papa agradeció a la Iglesia y al pueblo portugués, a las autoridades del país, así como a todos los jóvenes participantes. Un ‘obrigado’ que respondió con un aplauso de los asistentes.
También quiso recordar a los voluntarios su servicio y a quienes desde el cielo han velado por la JMJ, a santos como Juan Pablo II que dio vida a esta experiencia. “Dios ve todo lo buenos que son”, les dijo a los jóvenes, al tiempo que les pidió que mantengan en su corazón los momentos más hermosos de la cita para que el recuerdo les acompañe en los momentos de desánimo. Algo que hizo extensible a los que no han podido hacerse presentes como los reunidos en Tánger o los que viven la guerra como sucede en Ucrania, para quien confió su sueño de la paz. Pidió finalmente un recuerdo para los abuelos e los instó a rezar para ser esperanza en un mundo diferente.
Antes de este anuncio, el cardenal Kevin Farrell, prefecto del Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida –responsable último del evento– mostró su “por la generosidad de miles de jóvenes que han respondido a la invitación” a “levantarse”. “Los jóvenes se han levantado. Se han puesto a buscar el camino que lleva a Jesucristo y a los demás. Han celebrado la fe, junto al Sucesor de Pedro, y han dado testimonio del amor de Cristo que vibra en sus corazones”, destacó.
Para Farrell “los jóvenes han sido peregrinos de paz en tiempos en los que muchas, demasiadas guerras, se combaten en tantas partes del mundo. Testimoniando así que la amistad, la caridad y la paz no son una utopía”.
“La pandemia ha mantenido al mundo inestable desde principios de 2020, la fecha de la JMJ se aplazó un año, pero nadie perdió el ritmo del camino”, ratificó el cardenal destacando el trabajo de los organizadores y los “obstáculos” superados.
Farrel ofreció al Papa, además, “el afecto y la cercanía de todos aquellos jóvenes que no tuvieron la oportunidad de venir a Lisboa, sin embargo, han vivido la JMJ a través de los medios de comunicación o participando en las numerosas jornadas de oración, fraternidad y misión que se organizaron en muchas diócesis de todo el mundo”.
“¡Gracias, Santo Padre, por traernos durante estos días el anuncio y el testimonio del amor fiel e incondicional del Señor! ¡Gracias porque nos infunde esperanza, recordándonos incansablemente que el camino de la paz y de la reconciliación entre los pueblos es posible! ¡Gracias porque siempre nos muestra a María como compañera de viaje en la peregrinación de la fe!”, sentenció finalmente el prefecto.