“Junto a San Cayetano, pedimos paz, pan, salud y trabajo”, fue la consigna de esta tradicional celebración en la que los argentinos acuden masivamente al Santuario del barrio porteño de Liniers.
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Por primera vez, Jorge García Cuerva, arzobispo de Buenos Aires y primado de la Argentina, presidió la fiesta del santo patrono del Pan y del Trabajo, en el marco de un país con una complicada situación económica y social.
Venir a pedir
Centró su homilía en el Evangelio de Juan 6, 9: “Aquí hay un niño que tiene cinco panes de cebada y dos pescados”. Pidió que pensemos en ese niño de quien no se conoce ni su nombre ni su edad, pero que seguramente habrá sido de los tantos que hay en un club, en las plazas de la ciudad, visitando el santuario, o incluso en las calle, que duermen en estaciones, juntan cartones o revuelven la basura para comer o vender.
Recordó que cuando somos niños teníamos esa actitud de pedir, de querer algo, de reclamar con gritos, con llanto o pataleando, sin saber si podían satisfacer nuestros pedidos. Y quiso resaltar esa acción de pedir, “Porque como cada año, venimos a pedir a San Cayetano por más trabajo”.
García Cuerva indicó que no nos queremos conformar, porque -como indicó el papa Francisco en ‘Fratelli tutti’ (162): “soñamos con más y mejor trabajo para todos y todas porque no existe peor pobreza que aquella que priva del trabajo y de la dignidad del trabajo a su pueblo”.
Asimismo, reconoció el trabajo de grandes “laburantes” que no siempre son reconocidos ni valorados, que viven en situaciones de precariedad: trabajo mal pago, trabajo en negro, trabajo esclavo que aleja de familiares y amigos; y donde, además, lo que te llevas al bolsillo se lo come la maldita inflación.
“Pedimos más”
“Por eso hoy venimos a pedirle más a San Cayetano, como niños que piden y piden; y como el profeta Elías en la primera lectura; pedimos más“, señaló el titular de la Iglesia porteña.
Y enumeró los pedidos concretos:
- trabajo digno bien remunerado;
- paz para nuestro pueblo atravesado por la violencia de la inseguridad social y económica, de no tener un futuro alentador ni esperanza para la familia
- políticas públicas que reconozcan el esfuerzo y la actividad de tantos hermanos que se desloman todos los días.
- pan, porque, aunque muchos tienen trabajo, no alcanza. “Los alimentos, como todo, aumentan, y como decía mi abuelo ‘no hay bolsillo que alcance’“.
- “Y le pedimos a San Cayetano, mejor pan, porque tampoco nos podemos resignar a que nuestros chicos y familias más pobres vivan a polenta, fideos y arroz”.
- salud física para enfrentar la vida cotidiana, y salud emocional, la salud del alma que se recupera y cuida con ternura, afecto y vínculos sanos
“Hoy San Cayetano estamos pedigüeños: hoy como cada 7 de agosto te pedimos trabajo, pero vamos por más: te pedimos mejor trabajo, te pedimos mejor pan, te pedimos más salud, te pedimos paz para nuestro pueblo; y lo hacemos con mucha fe, a pesar de la exclusión, de la inflación, del desencanto y de los sueños rotos“.
El arzobispo de Buenos Aires pidió que se haga realidad en la “Argentina que tanto nos duele” las palabras del Papa Francisco: “En una sociedad realmente desarrollada, el trabajo es una dimensión irrenunciable de la vida social, ya que no es solo un modo de ganarse el pan, sino también un cauce para el crecimiento personal para establecer relaciones sanas, para expresarse a sí mismo, para compartir dones, para sentirse corresponsable en el perfeccionamiento del mundo, y en definitiva, para vivir como pueblo.”(FT)
Terminó la homilía con los versos de la canción San Cayetano (Peteco Carabajal, Teresa Parodi):
“San Cayetano te pido que tenga pan y trabajo
no nos dejes sin tu ayuda bendito San Cayetano.
El que debe responder no ha de ser San Cayetano
los que deben responder están mirando a otro lado.El pueblo muy bien lo sabe pero se aferra al milagro
en tierra quieren el premio de algún cielo anticipado.
El olvido siempre empuja con pena a los olvidados
buscando amparo en la fe no conocen otro amparo”.