Mundo

Las cinco propuestas de Edith Stein para nuestro tiempo

  • La filósofa alemana que fue monja carmelita fue martirizada el 9 de agosto de 1942 en el campo de concentración de Auschwitz
  • Vida Nueva repasa, en el día de su fiesta, algunas de sus principales actitudes vitales o de sus escritos que pueden ser una referencia para la vida cristiana actual





Hoy se celebra la fiesta de santa Teresa Benedicta de la Cruz, una de las mujeres patronas de Europa y mártir del siglo XX. Nacida en Alemania en 1891, originaria de una familia judía con 11 hijos, siendo ella la pequeña. Su inquietud intelectual la llevó a entregarse por completo a la filosofía, con una actitud de cierta indiferencia por la religión, en las universidades de Breslau y Gottinga –donde entra en contacto con Edmund Husserl y conocerá también a Max Scheler–.



Tras su conversión, da clase en distintas instituciones católicas a la espera de entrar en el convento de las Carmelitas de Colonia. La Gestapo irrumpió en el convento y, junto con otra hermana, fue llevada al campo de concentración de Westerbok. El 7 de agosto de 1942 fue llevada con un millar de judíos hasta Auschwitz, en cuyas cámaras de gas murió el día 9, hace justo hoy 81 años.

Vida Nueva repasa, en este día de su recuerdo litúrgico, algunas de sus principales actitudes vitales o de sus escritos que pueden ser una referencia para la vida cristiana del mundo de hoy.

1. La búsqueda de la verdad

Su estudio de la filosofía, de las humanidades o de la historia forma parte de una vida unificada, aunque su bautismo –“retorno a Dios”, dirá en alguna ocasión– no llegará hasta enero de 1922. Para ella su paso por diferentes universidades y su acceso a la docencia y a la investigación… forma un todo con lo que vivirá tras su conversión. “Mi anhelo por la verdad era ya una oración”, escribió uniendo la mística con el estudio riguroso.

La conversión, la reconciliará con su tradición, aunque desde una heterodoxia para muchos. Cuando en casa dijo: “Mamá, soy católica” , ambas se pusieron a llorar. Entonces, Hedwig Conrad-Martius –otra de las pensadoras de la escuela fenomenológica– escribió: “Mira, dos israelitas y en ninguna de ellas hay engaño”. Interreligiosidad en camino y ecumenismo de sangre.

2. Reconocer el potencial

“Tía Edith, ¿qué es la ‘nemofología’?”, preguntó la pequeña. “He tratado de explicarle que es esto tan famoso de la fenomenología, pero creo que la he confundido mucho más de lo que ya estaba”, interviene el padre entre risas de la filósofa. “¿Estás completamente segura de querer saber qué es eso de la ‘fenomenología’?”, propone entonces ella a su risueña sobrina mientras la lleva al otro lado del salón junto al piano. “Ves este piano, por el momento solo es una mueble más en el que puedes poner encima unas cajas de galletas y solo se convierte en aquello para lo que ha sido creado cuando abro la tapa y me pongo a tocar. Es su potencial oculto el que le da la vida. Pero, ¿quién lo hace vivir? Yo, porque sé que se puede producir música con él. Sin mi consciencia y tu consciencia, este pobre piano estaría condenado a permanecer siempre como una estantería para dejar las galletas”.

Este es el diálogo con el que Edith Stein se despide de toda su familia cuando la situación empieza a complicarse para los descendientes de hebreros en la película ‘La settima stanza’ (‘La séptima morada’, dirigida por Marta Meszaros en 1995). Es capaz de explicar a una niña el sentido profundo de la fenomenología. En esa misma escena Edith le cuenta a los suyos que tiene la invitación de una universidad americana por seguir trabajando con seguridad… sus caminos serán otros. La filosofía, sin embargo le ayudará a comprender la fuerza de la cruz, a hacer de la fragilidad, testimonio de Dios –como se dice de los mártires–.

3. El reto de ser mujer

Edith Stein vivió un estilo particular de feminidad y feminismo, sin reducciones ni exclusiones de los demás, tras haber militado inicialmente en su época estudiantil en el feminismo radical. Para ella, “el alma de la mujer debe ser amplia y abierta a todo lo humano”. Entre sus temas de estudio está también la cuestión de la mujer, como ha quedado patente en el libro ‘El significado del valor intrínseco de la mujer en la vida nacional’. Allí escribió que “ser madre significa nutrir y proteger la verdadera humanidad y llevarla a su pleno desarrollo”.

La feminidad está más allá de la maternidad, por eso en ‘El ethos de las profesiones femeninas’ dejó dicho que toda profesión “en la que el alma de una mujer es dueña de sí misma y que puede ser realizada por el alma de una mujer es auténtica profesión femenina”.

También en lo referente a la vida espiritual, defendió que “toda mujer que vive a la luz de la eternidad puede cumplir su vocación, independientemente de que sea en el matrimonio, en una orden religiosa o en una profesión mundana”.  También Edith denunciará la actitud pasiva de la mujer dentro de la Iglesia. “La Iglesia nos necesita, es decir el Señor tiene necesidad de nosotras. Todo parece indicar que hoy llama el Señor a un gran número de mujeres para el ejercicio de tareas especiales en su Iglesia”.

4. La intimidad con Dios

La primera vez que sintió curiosidad por el cristianismo fue al descubrir a una al ver cómo una aldeana entraba a la catedral de Frankfurt con la cesta de la compra mientras recorría los puestos del mercado. Frente a lo que había observado en judíos y protestantes que acudían a la sinagoga o al templo durante el horarios de las celebraciones litúrgicas; ver que aquella sencilla mujer entraba en una iglesia en un momento cualquiera y era capaz de sumergirse en la intimidad de Dios en un rato de oración en la soledad del templo, la impresionó. “No he podido olvidar lo ocurrido”, escribiría más tarde sobre esa experiencia.

Posteriormente empezaría a entrar en contacto con algunos creyentes, algunos discípulos del propio Husserl. En la biblioteca de la propia Hedwig Conrad-Martius encontrará la autobiografía de santa Teresa de Jesús que la llevará posteriormente al Carmelo, de hecho ella será su madrina en el bautizo.

Al propio filósofo reconocería después de su conversión que cada vez que hablaban de la fe, le hacía sentir “la imposibilidad de influenciar directamente”, lo que provocaba en ella “que se agudizase el impulso hacia mi propio holocausto”. El Nuevo Testamento o los ‘Ejercicios Espirituales’ de san Ignacio de Loyola serán su camino de perfección en sus primeros años como cristiana.

5. Una vocación contemplativa

Tras unos años de espera, incertidumbre y esfuerzos –y ya con las leyes antijudías del nazismo en marcha– entrará en las carmelitas. Está dispuesta desde el primer momento a vivir su vida cristiana con radicalidad. “Solamente la pasión de Cristo nos puede ayudar, no la actividad humana. Mi deseo es participar en ella”, dijo nada más entrar. En el recordatorio de la profesión perpetua quiso que estuviera una significativa frase de san Juan de al Cruz: “que ya solo amar es mi ejercicio”.

Una vocación contemplativa que siguió vinculada al estudio y a la investigación científica, escribiendo algunas obras. Se dedicará entonces a lo que llamó “la ciencia de la Cruz”.

Precisamente en el Carmelo de Echt, cada 14 de septiembre, la fiesta de la exaltación de la Santa Cruz, las carmelitas renovaban sus votos y la priora ofrecía una reflexión que pidió a Edith que la escribiera. Tan profunda era, que lo hará durante todos los años de su permanencia en allí. “Tu Amor misericordioso, Amor del corazón divino, te lleva a todas partes donde se derrama su sangre preciosa, suavizante, santificante, salvadora. Los ojos del Crucificado te contemplan interrogantes, examinadores. ¿Quieres cerrar nuevamente tu alianza con el Crucificado? ¿Qué le responderás? ¿Señor, a dónde iremos? Solo tu tienes palabras de vida eterna”, escribirá en una de esas ocasiones.

Compartir
Etiquetas: Edith Stein
Noticias relacionadas










El Podcast de Vida Nueva