El pasado 1 de julio tuvo que salir del Vaticano. Y no por voluntad propia. Por orden de Francisco, y después de rechazar los múltiples destinos que le ofreció el Papa tras el fallecimiento de Benedicto XVI, el secretario personal del fallecido pontífice regresaba a Alemania. En concreto, el arzobispo Georg Gänswein ha retornado a Friburgo, su diócesis de origen, donde no parece haber encontrado su sitio. Al menos, de momento. Allí convive con el arzobispo metropolitano, Stephan Burger.
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Los dos han mantenido al menos una reunión formal, en la que acordaron que Gänswein celebrará algunas eucaristías en la catedral de manera regular, podrá administrar el sacramento de la confirmación y presidir otras tantas celebraciones. Eso sí, previa consulta a Burger. Según comentan desde su entorno, la relación entre ambos es buena, aunque solo sea porque ambos son críticos con el llamado Camino Sinodal alemán.
Echar una mano
El canónigo catedralicio, Georg Bier, ha llegado a asegurar que el diálogo entre ambos desembocó en un deseo de “ayuda recíproca” con la disposición del recién llegado de “echar una mano”. Por ejemplo, mañana será el encargado de presidir la fiesta de la Asunción, en la iglesia María Vesperbild de Ziemetshausen, un pueblo de Baviera.
A pesar de la polémica generada por su libro ‘Nada más que la verdad’ en el que atacaba de forma directa a Francisco y desvela secretos tanto de la vida de Benedicto XVI como de otras personalidad de la curia vulnerando la confidencialidad básica que se le exige a cualquier cargo de confianza, Gänswein ha decidido ahora presentar su obra en diferentes foros, incluso en pleno verano. O lo que es lo mismo, después de sus primeras disculpas y de llegar a acusar a la editorial del libro de haberse aprovechado de él, el secretario personal ha retomado su gira.
Fue precisamente en Kirchzarten, en una localidad cerca de Friburgo, donde el pasado jueves inauguró su agenda pública tras abandonar Roma y se permitió bromear sobre su actual situación ante unas 300 personas que acudieron a la promoción de su autobiografía. En diálogo con el editor germano, Manuel Herder, llego a decir: “Ahora estoy aquí, por así decirlo, buscando trabajo”. Es más, entre bromas, dejó caer que no descarta acudir a una oficina de empleo y desveló que Francisco le había recomendado que se tomara unas vacaciones después de todo el revuelo generado en torno a él. El defenestrado secretario tiene 67 años y, por tanto, con al menos ocho por delante hasta la preceptiva jubilación episcopal.