Chile: “Memoria y futuro”

Carta Pastoral del obispo de Punta Arenas con ocasión de los 50 años del golpe militar

Chile: “Memoria y futuro”

El obispo de Punta Arenas, Óscar Blanco Martínez, omd, ha difundido su carta ‘Memoria y futuro. Construir el futuro con un renovado compromiso por los derechos humanos’. En la introducción expresa su motivación: “El próximo 11 de septiembre es la conmemoración de un acontecimiento que marca la vida de todos los chilenos. Se cumplen cincuenta años del golpe de estado que significó una ruptura de nuestra convivencia democrática durante diecisiete años, junto con una serie de dolorosas violaciones a los derechos humanos en nuestro país y otras consecuencias sociales, políticas y culturales”.



En ese contexto el obispo invita “a reflexionar sobre lo que nos pasa con esta conmemoración, que intentemos mirar con serenidad cómo toca nuestras vidas y relaciones, y que con la luz que nos ofrece la fe en el Señor Jesús podamos acoger los llamados que nos hace como personas, como sociedad, como Iglesia y como país para caminar juntos, construyendo nuestro presente y futuro con una memoria enriquecida por la experiencia de lo que hemos vivido”.

Memoria, respeto, justicia y reparación

La Carta ofrece 5 partes: introducción, hacer memoria, sanación de la memoria, la fe de los cristianos vive de la memoria y “para que nunca más” … “hoy más que nunca”.

Respecto del hacer memoria, el obispo dice que “como pueblo, tenemos el deber de hacer memoria como una exigencia de respeto, justicia y reparación ante el sufrimiento de las víctimas directas del golpe de estado y de sus familias. Muchos compatriotas murieron, otros aún continúan desaparecidos, muchos sufrieron la tortura, el exilio, la pérdida de sus trabajos por sus ideas políticas, y diversas violaciones a los derechos humanos”.

Agrega que “hacer memoria de los acontecimientos vividos en septiembre de 1973 es, entonces, asumir que hoy más que nunca tenemos la oportunidad de caminar para ser un pueblo que se reconoce en su historia y quiere seguir construyendo una historia en común que nos humanice y nos hermane. Es, pues, una exigencia de nuestra responsabilidad de para ir haciendo un país que, con lucidez e ilusión, construye su presente y su futuro”.

La memoria, afirma el obispo, permite hacer autocrítica, “condición necesaria para poder mirar hacia el futuro enriquecidos por la experiencia, por eso requiere humildad, lucidez y apertura al bien común”.

Luego distingue la mala y buena memoria. La buena permite reconocer los hechos y recuerda el trabajo de Comisiones que entregaron informes sobre la violación de derechos humanos en la dictadura. La mala memoria, dice el obispo, tiene al olvido, a la negación y al rencor como sus manifestaciones.

En cuanto a la sanación de la memoria señalas los pasos que ya se han dado: acompañamiento de diversas organizaciones de derechos humanos y de la Iglesia a las víctimas, el restablecimiento del estado de derecho y del sistema democrático, el reconocimiento por parte del Estado de las violaciones a los derechos humanos, el compromiso asumido por las instituciones armadas con la democracia y el respeto a los derechos humanos, la investigación y juicio a los culpables de esas violaciones, las formas de reparación que el Estado ha intentado dar a las víctimas. Todo eso es valioso e importante”.

Perdón y reconciliación

Pero concluye que “lo decisivo ante las heridas de la historia es, siempre, una decisión de perdón y reconciliación”. Por ello, desarrolla la idea del perdón como una puerta abierta al reencuentro y reconciliación, y señala dos obstáculos a remover en el camino del perdón: “pensar que el perdón es una especie de favor que le hacemos a otra persona, cuando en realidad es un favor que cada uno se hace -en primer lugar- a sí mismo, para sanar las heridas del pasado y vivir liberado del rencor que nos amarga y envenena por dentro”. Agrega que perdonar es “la decisión de no permitir que el daño que me hicieron en el pasado sea causa de sufrimiento en el presente”.

El segundo obstáculo es “pensar que el perdón significa olvidar. Si perdonar significase olvidar, entonces ser desmemoriado sería un valor y la amnesia una virtud”. Perdonar, dice Blanco, “es hacer memoria, pero sin cuentas que cobrar, y esa es la puerta abierta al reencuentro y la reconciliación. Hoy más que nunca tenemos esa oportunidad”.

El obispo afirma que “los cristianos, somos hijos de la memoria viva del Señor Jesús, y estamos llamados a hacer siempre memoria agradecida de Él a través de nuestras palabras y acciones, a través de nuestro caminar comunitario como Iglesia, y en la huella de Jesús, nuestro Buen Samaritano, ayudar a sanar las dolencias de todos los heridos del camino.

También hoy, este camino de nuestra vida de fe tiene que ser un servicio sincero y real al reencuentro y reconciliación de nuestro pueblo de Chile”.

El obispo concluye su carta recordando las muchas personas e instituciones que han expresado ‘nunca más’ “a todos los dolores y sufrimientos que significó el acontecimiento que conmemoramos”.

Llama a que “las nuevas generaciones asuman los valores democráticos en un renovado compromiso por los derechos humanos de todas las personas” y señala que “es necesario, hoy más que nunca, que todas las fuerzas políticas le hablen claro al país acerca de lo que son, lo que buscan  y lo que quieren representar, para que nunca más en Chile se debilite o se destruya la convivencia democrática”.

Transformar la realidad

Concluye su carta llamando a todos “a avanzar en caminos concretos que permitan transformar la realidad de nuestro país y liberarla de los males que la aquejan. Sabemos que la gran mayoría de los chilenos nos encontramos unidos a Nuestro Señor Jesucristo por muchas vías, y el camino mariano lo trazaron nuestros padres de la patria, al proclamar a la Virgen del Carmen como madre y reina de Chile, por eso: “Bajo tu amparo nos acogemos, santa Madre de Dios”, cierra su carta pastoral el obispo Blanco.

La diócesis de Punta Arenas ocupa todo el territorio de la Región de Magallanes y Antártica Chilena, en el extremo sur de América. Tiene casi 200 mil habitantes de los cuales un 80% se declara católico. Cuenta con 19 sacerdotes diocesanos y 7 religiosos. Su obispo Óscar Blanco, omd, la dirige desde el 10 de septiembre de 2022.

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