El hasta hace unos meses vicario de pastoral y coordinador sinodal de la diócesis castellanoleonesa ha denunciado el caso por la vía canónica al haber prescrito por lo civil
La lacra de los abusos sexuales golpea a la Iglesia de Salamanca desde dentro. El sacerdote Policarpo Díaz ha denunciado ser víctima de agresiones por parte de otro cura salmantino siendo monaguillo y tras ingresar en el seminario de Calatrava. De hecho, los abusos habrían comenzado con 15 años y se habría extendido aproximadamente durante una década. Con el caso prescrito para la justicia civil, Díaz decidió llevar su testimonio por la vía canónica, tal y como recoge ‘La Gaceta de Salamanca’, que confirma que el expediente ya estaría trabajándose en Roma, en el Dicasterio para la Doctrina de la Fe.
Se da la circunstancia de que el presbítero denunciante ha sido hasta hace unos meses el vicario de Pastoral de la Diócesis, o lo que es lo mismo, una pieza fundamental en el organigrama del Obispado, en tanto que además fue reforzado por José Retana cuando aterrizo como pastor salmantino. Con 56 años, Policarpo además estaba al frente de la unidad pastoral del centro histórico de Salamanca, integrado por cuatro parroquias de la mano de otro sacerdote. Además, había sido delegado de pastoral juvenil y el responsable diocesano de coordinar el Sínodo de la Sinodalidad.
Desde la Diócesis, una vez que comenzó a tramitarse el caso, se comunicó entonces que Díaz, que actualmente reside en León, se retiraba de sus tareas por motivo de salud. Por su parte, en paralelo, el sacerdote acusado solicitó la dispensa del estado clerical que le ha sido concedida y también se encuentra fuera de Salamanca.
Ahora que el caso ha saltado a la luz, el Obispado estaría preparando un comunicado para dar cuenta de lo sucedido. En paralelo, el denunciante ha escrito una carta con fecha 15 de agosto donde se dirige a los que hasta hace poco eran sus parroquianos en Salamanca para convocarles a un encuentro en la noche del próximo 31 de agosto, en las llamadas Noches de Pan y Luz.
“Os tengo que hablar de un importante aspecto de mi vida, que en este momento se ha vuelto crucial”, expone en la misiva, en la que aclara que “hay cosas que contar” sin referirse explícitamente al calvario padecido en primera persona. Eso sí, explica que las “heridas” que le llevaron a marcharse a León “aún no se han curado”. “Con toda seguridad, hará falta más tiempo”, reconoce el presbítero que está decidido a contar a sus fieles el momento en el que se encuentra: “No estamos ya en tiempos de enigmas, misterios y secretos… que al final dan como resultado fantasías, chismes y fabulaciones que al final se convierten en mentiras, medias verdades y distorsiones de la realidad y de las personas… lo que los expertos llaman fake news”.