Un día después del comunicado oficial, José Luis Retana entona un ‘mea culpa’ genérico y pide a los feligreses que recen “con fuerza” el ‘Yo confieso’, el gloria y las vísperas para luchar contra esta lacra
Un día después de desatarse la tormenta en Salamanca por trascender públicamente un caso de abusos de un cura a otro sacerdote cuando era un monaguillo de apenas quince años, el obispo José Luis Retana ha dado un paso al frente dirigiéndose a los feligreses de la diócesis: “Pedimos perdón si no hemos sabido hacerlo bien”.
“Hoy quiero ser pastor y padre para hablaros al corazón y que me ayudéis con la oración”, expone el prelado que no aborda detalle alguno de lo sucedido, remitiéndose al comunicado lanzado ayer por el Obispado. En su misiva, Retana entona un ‘mea culpa’ genérico por lo sucedido al asegurar que “todos somos de barro, frágiles, y que el pecado anida en nuestro corazón”. “También esta debilidad nos alcanza a los sacerdotes, a mí, a todos”, añade.
Con este punto de partida, el obispo de Salamanca hace un llamamiento a los católicos a “rezar con fuerza” en la eucaristía dominical el ‘Yo confieso’ y el gloria “para evitar todo protagonismo pastoral o ‘endiosamiento clerical’”, así como rezar ante el Santísimo durante las vísperas. “Todos estamos bajo la culpa, pero todos estamos aún más bajo la gracia y la misericordia el Padre”, admite el pastor.
De la misma manera, reproduce algunas de las reflexiones más significativas de Benedicto XVI y Francisco sobre la lacra de la pederastia eclesial para subrayar que “debemos mostrar un firme compromiso con la transparencia y actuar con determinación contra todo hecho que conozcamos, poniéndolo en conociendo de las autoridades judiciales”. En paralelo, plantea que “nuestra apuesta debe ser decidida por las víctimas”.
En primera persona, asegura que “quiero estar abierto a escuchar a todos, acoger con amor de madre los dolores de las víctimas, y también de las comunidades que sufrís, familias, y juntos acercarnos a aquel que solo nos puede sanar y consolar”. Sin embargo, no hace referencia directa alguna al presbítero que ha sido víctima en este caso y que hasta hace unos meses era uno de sus colaboradores más estrechos en la diócesis como vicario pastoral.
Retana concluye su carta mostrando su “confianza en el proceso abierto en el Dicasterio para la Doctrina de la Fe, siguiendo todos sus indicaciones”. “Y todos, pastores y pueblo de Dios, unidos, caminemos en fraternidad, oración, ayuda, y evitando todo juicio precipitado”, deja caer para rematar su misiva.