Tomás Carrasco Cortés fue consagrado por el nuncio apostólico
La ciudad de Calama es un oasis en el desierto de Atacama, alimentado por el río Loa que recorre 440 kilómetros atravesando ese desierto y dando origen a varios otros oasis. A 2.300 metros sobre el nivel del mar, es la capital de la provincia del Loa, en la Región de Antofagasta. La habitan comunidades quechuas y atacameñas en poblados diseminados en el altiplano y el desierto.
La diócesis de Calama fue erigida en 2010 luego de haber sido Prelatura territorial desde 1965. Tiene 191.000 habitantes de los cuales un 71,3% se declaran católicos, los que son atendidos en 11 parroquias.
El 24 de mayo pasado el papa Francisco nombró obispo de esta diócesis de San Juan Bautista de Calama, a Tomás Carrasco Cortés, sacerdote de la diócesis de Los Ángeles. Carrasco, de 52 años, estudió en el Seminario Metropolitano de Concepción, y fue ordenado sacerdote en octubre del 2001. Obtuvo la licenciatura en Ciencias de la Educación, en la Universidad Santo Tomás. Ha sido vicario y párroco, además de asesor de varios movimientos y profesor en la Universidad Católica de la Santísima Concepción.
El viernes 18, día en que la iglesia conmemora a san Alberto Hurtado, fue consagrado obispo en el Colegio Instituto Obispo Silva Lezaeta, de Calama, por el nuncio apostólico en Chile, Alberto Ortega, y como co-consagrantes el obispo de Los Ángeles, Felipe Bacarreza, y el de Villarrica, Francisco Javier Stegmeier. Además del clero local, sacerdotes venidos de otras diócesis, religiosas y religiosos, unos 20 obispos participaron en la consagración, entre quienes destaca el Cardenal Arzobispo de Santiago y los 3 anteriores obispos de Calama.
“Una gran alegría celebrar esta ordenación episcopal y para la iglesia de Calama que recibe al padre Tomás como su nuevo pastor”, así dijo el nuncio Ortega en su homilía. Más adelante señaló que es Dios quien elige: “es un acto de misericordia de Dios, nos elige para una misión y en el caso del padre Tomás guiar al pueblo de Dios de la Iglesia de Calama, guiar con la palabra al pueblo que le ha sido encomendado y con la respuesta de la virgen María al ángel -Hágase en mí según tu palabra- que es del lema episcopal elegido por el nuevo obispo”.
Ortega confesó que a él correspondió darle la noticia de su nombramiento: “No temas Tomás, porque Dios como a la Virgen María te ha elegido y ante la misión que nos encomienda, es el Señor el que da la fuerza, por eso la respuesta debe ser siempre la misma, hágase en mí según tu palabra, para decir sí con confianza”.
Agregó el Nuncio que el obispo es el primer evangelizador que anuncia y hace presente la buena nueva de Jesucristo, para hacer presente el amor del Señor, enseñar, guiar y santificar al pueblo de Dios que peregrina en Calama. “Que el ejemplo de San Alberto Hurtado a quien recordamos en este día sea una guía para monseñor Tomás, que el ejemplo de su amor, sobre todo a los pobres y desposeídos sea guía de su misión”, concluyó Ortega.
El nuevo obispo agradeció al papa Francisco “por la confianza que ha depositado en mí al nombrarme Obispo para esta Diócesis. Admiro su constante testimonio y su profundo anhelo de extender el Evangelio. Estoy comprometido en seguir sus enseñanzas y guiar a nuestra Diócesis con fidelidad a la doctrina de la Iglesia, fiel Esposa de Cristo”.
Agradeció también a los obispos y al Nuncio que “me han hecho sentir parte del Colegio Episcopal brindándome una acogida muy fraterna. Gracias por estar presente hoy y les pido que no me dejen de acompañar y guiar en este camino que ahora comienzo”.
A sus padres le dijo “que, aunque no pudieron estar hoy en este lugar, sé que están muy unidos a través de las trasmisiones” y agradeció a la iglesia de Calama cuya acogida le ha hecho sentir parte de ella.
“Estoy seguro de que juntos, dijo Carrasco, como una familia de creyentes, enfrentaremos los desafíos y dificultades, celebraremos las festividades y alegrías como un solo cuerpo que es el de Cristo. Así continuaremos trabajando para llevar el amor y la gracia de Dios a todos los rincones de nuestra comunidad diocesana teniendo en cuenta la rica religiosidad que caracteriza al pueblo calameño, una tierra marcada por la belleza de sus paisajes desérticos y por la profundidad de su fe, una fe que se arraiga en las tradiciones expresadas en los bailes de gratitud a Nuestra Madre del cielo”.