“Cuando pienso en líderes empresariales, la primera palabra que me viene a la mente es ‘Bien Común’”. Con estas palabras arrancaba Francisco el mensaje que ha enviado a un grupo de emprendedores galos, que se reúnen hasta hoy en París.
Para el Papa, “hoy no es posible imaginar una mejora del Bien Común, es decir, de la vida económica y social, de la justicia, de las condiciones de vida de los más pobres, sin considerar a los empresarios como actores del desarrollo y del bienestar”.
Motor esencial
O lo que es lo mismo, lejos de demonizar al colectivo, el pontífice argentino les presenta como “un motor esencial de riqueza, prosperidad y felicidad pública”. Es más, empatiza con ellos en medio del contexto de “esta guerra absurda” y “los años muy difíciles de la pandemia”. “La Iglesia comprende el sufrimiento del buen empresario, comprende su sufrimiento”, asevera el Papa, que recuerda cómo “una forma cada vez más importante de participar en el Bien Común es la creación de empleos, empleos para todos”.
Al hilo de esta cuestión, el Santo Padre ahonda en uno de los pilares de su pontificado: la dignidad laboral. “Nosotros, no las máquinas, somos el valor real del trabajo”, subraya en este mensaje Jorge Mario Bergoglio.
Así, apela al empresario a no convertirse en “especulador, mercenario o rentista”. Como alternativa, les expone que “el primer capital de tu negocio eres tú: tu corazón, tu conciencia, tus virtudes, tus ganas de vivir, tu justicia”. “Estos capitales humanos, éticos y espirituales valen más que los capitales económicos y financieros”, remarca el Papa.