El sacerdote José María Tojeira habla para Vida Nueva de la persecución religiosa que se vive en el país centroamericano
El gobierno de Nicaragua expropió recientemente la Universidad Centroamericana (UCA), ‘alma mater’ de los jesuitas en el país, y canceló la personalidad jurídica de la propia Compañía de Jesús en la nación.
En torno a esa situación, y sobre las acciones en contra de la Iglesia Católica por parte del gobierno de Daniel Ortega, el vocero de la Provincia Centroamericana de la Compañía de Jesús, el sacerdote José María Tojeira, confirmó a Vida Nueva que, debido a las medidas tomadas por el régimen sandinista en contra de los jesuitas, sólo 13 sacerdotes de la Compañía continúan en Nicaragua.
El padre Tojeira, quien por más de una década fue rector de la Universidad Centroamericana de El Salvador, detalló que, de esos sacerdotes, hay tres o cuatro que, por edad o enfermedad, deberán salir pronto del país; y de los que ya han salido, “dos han llegado ya a El Salvador. Necesitan ya, desde que estaban en Nicaragua, atención de enfermería permanente (90 y 85 años). Con ellos llegó un joven jesuita guatemalteco aún no ordenado; el Provincial lo retendrá fuera de Nicaragua, por el momento”, dijo.
Al referirse a la situación de la UCA, señaló que en general hay algunos profesores y alumnos de esa casa de estudios que ven poco viable el permanecer en Nicaragua; “estamos tratando de ayudarles. No hay crítica pública porque la represión de quienes la hacen es fuerte”.
El padre Tojeira destacó el aporte de la UCA a la nación centroamericana: “Era una universidad abierta al debate y discusión de temas de actualidad; con aportes en la investigación económico-social, histórica y religiosa. Con frecuencia llegaban catedráticos de universidades jesuitas de España o Estados Unidos que enriquecían el ambiente. Una universidad que enseñaba a pensar críticamente“.
PREGUNTA.- Los jesuitas tienen otras instancias educativas en Nicaragua, ¿temen que pase lo mismo con ellas?
RESPUESTA.- Tenemos dos colegios y la red de escuelas inserta en ‘Fe y Alegría’, una red de escuelas populares nacida en América Latina, presente en todo el continente. En un ambiente en el que la arbitrariedad y el autoritarismo dominan, el temor es permanente. Los jesuitas mantienen la convicción de que es importante acompañar a la gente mientras podamos y permanecer con una actitud de reciedumbre y paz en su trabajo.
P.- La Compañía de Jesús apuesta en este momento al diálogo con las autoridades, ¿ha habido algún tipo de acercamiento con ellas?
R.- La Compañía desea el diálogo, pero en este momento ni la Iglesia ni la Compañía son aceptados en diálogos gubernamentales.
P.- ¿Qué opinión le merecen todas las congregaciones que han decidido continuar en Nicaragua pese a la persecución que viven?
R.- Sabemos que hay una auténtica persecución de la Iglesia. Los jesuitas admiramos mucho al obispo Rolando Álvarez. Está entregando la vida por la dignidad y la defensa de su pueblo. Es de una enorme dignidad moral lo que está haciendo. A muchos nos gustaría que el Papa lo elevara al cardenalato.
Resalto la admiración por la resistencia cristiana y la dignidad de monseñor Rolando Álvarez. Si mis deseos pudieran incidir en tomas de decisiones que me superan, insistiría en que le nombraran cardenal de la Iglesia. Su situación se parece mucho a la de los mártires y siempre se dice que el rojo cardenalicio expresa la voluntad de dar la sangre, si es necesario, en defensa de la fe y de la Iglesia.
La escalada contra la Iglesia viene motivada por la defensa de los derechos de las personas, por las llamadas de la Iglesia a la paz social y el diálogo y por la denuncia profética de la brutal represión de manifestaciones de protesta acontecidas el año 2018.
El obispo Rolando Álvarez encarcelado, las hermanas de la Madre Teresa expulsadas, sacerdotes y otro obispo, todos ellos nicaragüenses privados de su nacionalidad, amenazas a congregaciones religiosas y apropiación de sus bienes, son parte de la persecución a la Iglesia. Todo ello dentro de un contexto de persecución también a opositores políticos, defensores de derechos humanos y periodistas independientes.
P.- ¿Hay algún acontecimiento que pudiera ser clave para cambiar esta situación?
R.- La salida de la dictadura y que se restableciera el estado de derecho. Pero da la impresión que el dúo Daniel Ortega – Rosario Murillo no tiene intenciones de marcharse. Hay una ley de vida para personas como Ortega, que tienen 78 años. Es lamentable que a esas edades se esté pensando más en mantenerse en el poder que en retirarse pacífica y democráticamente del mismo.
P.- ¿Qué opina sobre el silencio orante de la jerarquía católica en Nicaragua ante esta situación que viven las comunidades religiosas?
R.- La actitud orante trataba de darse tiempo y paz para un diálogo con el gobierno. En la medida en que el gobierno ni busca ni acepta dialogar es importante mantener la calma, pero denunciar los abusos.
P.- ¿Hay futuro en Nicaragua para la UCA y la Compañía de Jesús?
R.- Por supuesto que hay futuro, como lo ha habido en tantos países que han sufrido una dictadura. Resistir en la fe en medio de la dificultad hace siempre florecer en la Iglesia nuevas etapas de crecimiento.
Lo que queda dentro es apoyar. Fuera, estamos trabajando sobre todo en temas de becas para estudiantes que se ven impedidos por la situación para salir del país y se está elaborando un pequeño programa entre las universidades de Guatemala y de El Salvador. También está el apoyo monetario en las medidas de nuestras posibilidades.
P.- ¿Les ha dicho algo el Papá en torno a esta situación?
R.- Con respecto al papa Francisco sabemos de su solidaridad con nosotros. El Papa busca siempre que sus palabras no repercutan negativamente al interior de los países que mantienen una dura represión. Defendió muy claramente a monseñor Álvarez, pero entendemos que es complicado para él estar interviniendo públicamente en los conflictos, por las consecuencias que puedan tener para otros. A nosotros nos es suficiente con saber que nos apoya, aunque no lo diga en público.