Después de un vuelo nocturno de nueve horas y media, Francisco ha aterrizado en Ulán Bator donde ha sido acogido con una sucinta ceremonia oficial antes de dirigirse a la sede de la Prefectura Apostólica que va a ser su residencia hasta el lunes 4 de septiembre. La de hoy viernes es oficialmente una jornada de descanso y no está previsto ningún acto oficial.
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Una hora después de haber despegado del aeropuerto de Fiumicino, el Papa, como es habitual, ha venido a saludarnos uno a uno a los sesenta periodistas que esta vez viajamos con él. Es un intercambio informal y muy cordial en el curso del cual recibe libros dedicados, fotografías familiares, cartas y otros regalos; la corresponsal de la COPE Eva Fernández le presentó la cantimplora de un soldado ucraniano acribillada en un enfrentamiento del que salió ileso; Bergoglio la bendijo y no se olvidó de recomendar que se hiciese la foto de recuerdo.
Impresiones varias
Yo tuve la oportunidad de transmitirle el agradecimiento de todo el equipo de Vida Nueva por el encuentro que tuvimos el honor de celebrar con él en Santa Marta. “Sí- me dijo-, el número de la revista que lo recuerda me ha gustado mucho”.
También quiso manifestarnos sus impresiones sobre la visita a Mongolia. “Aquí vive un pequeño pueblo en un país tan grande que parece que no se acaba nunca. Sus habitantes son pocos pero de gran cultura. Creo que nos hará bien a todos entenderlo no con la inteligencia sino con los sentidos y recomiendo escuchar la música de Alexander Borodin que les comprendió muy bien”. Sin duda, se refería al compositor ruso autor de obras tan famosas como el poema sinfónico ‘En las estepas de Asia Central’ y la ópera ‘El príncipe Igor’.
Tras estas reflexiones, Francisco se retiró para continuar con el que ha sido su primer vuelo nocturno en estos diez años de pontificado. A su llegada al aeropuerto Gengis Kahn el Santo Padre fue recibido por la ministra de Asuntos Exteriores y una joven mongola que le ofreció una copa de yogur seco, símbolo de la hospitalidad. Tras un breve coloquio con la representante del gobierno Francisco – que esta vez no utilizó su habitual Fiat 5OO sino un Hyundai – recorrió los 50 kilómetros que le condujeron a la Prefectura Apostólica situada en el centro de la ciudad. Allí le saludo un pequeño pero entusiasta grupo de fieles.