La catedral de San Pedro y San Pablo, un templo ubicado en la capital Ulán Bator que imita a las tradicionales viviendas de los nómadas conocidas como ger, fue el lugar del encuentro que hoy ha mantenido Francisco con los obispos, sacerdotes, misioneros, consagrados, consagradas y agentes pastorales de Mongolia. Eso sí, antes visitó un ger, la casa tradicional nómada del país, y prácticamente saludó uno a uno a los fieles que se encontraban a las puertas del templo para recibirle.
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A ellos les ha hecho un encargo: “El Señor Jesús, cuando envió a los suyos en el mundo, no los mandó a difundir un pensamiento político, sino a testimoniar con la vida la novedad de la relación con su Padre, para que fuese ‘Padre nuestro’, activando de esa manera una concreta fraternidad con cada pueblo”. A la par, marcó “la cercanía, la ternura y la compasión” como los dones de Dios a sembrar en esta tierra.
Vidas gastadas
En un discurso pronunciado tras escuchar los testimonios de una misionera de la Caridad, un sacerdote mongol y una catequista, el pontífice apreció “las vidas gastadas por el Evangelio”, un anuncio de la Buena Noticia que se ha de llevar “encarnándolo en la vida y susurrándolo al corazón de cada individuo y de cada cultura”. Así, elogió la “múltiple variedad de iniciativas caritativas que absorben la mayor parte de sus energías y reflejan el rostro misericordioso de Cristo buen samaritano”.
Para Francisco, “es por eso que los gobiernos y las instituciones seculares no tienen nada que temer de la acción evangelizadora de la Iglesia, porque no tiene ninguna agenda política que sacar adelante”. “Solo conoce la fuerza humilde de la gracia de Dios y de una Palabra de misericordia y de verdad, capaz de promover el bien de todos”, subrayó.
Oración cotidiana
Con el fin de materializar esta misión, el Papa verbalizó una hoja de ruta para los presentes teniendo como ejes la “sencillez y cercanía, sin cansarse de llevar a Jesús los rostros y las historias que encuentran, los problemas y las preocupaciones, gastando tiempo en la oración cotidiana”.
En su batería de consejos, fue más allá: “Estén siempre cerca de la gente, atendiéndolos personalmente, aprendiendo la lengua, respetando y amando su cultura, no dejándose tentar por las seguridades mundanas, sino permaneciendo firmes en el Evangelio a través de una ejemplar rectitud de vida espiritual y moral”.
La dignidad del ser humano
De esta manera, Jorge Mario Bergoglio planteó que “la Iglesia se presenta ante el mundo como una voz solidaria con todos los pobres y los necesitados, no calla ante las injusticias y con mansedumbre se compromete a promover la dignidad de cada ser humano”.
Consciente de que hoy por hoy solo hay 1.450 católicos en un país de más de tres millones de habitantes, el Obispo de Roma los animó a no caer en el “cansancio” o la “frustración” cuando “las fuerzas van menguando y el compromiso pastoral” y se corre “el riesgo de quedar en una estéril prestación de servicios, en un sucederse de tareas que se deben hacer”.
“Esto es lo que necesitamos, no personas ocupadas y distraídas que llevan adelante proyectos, quizás con el riesgo de parecer amargadas a causa de una vida que no es ciertamente fácil”, remarcó. Por el contrario, apostó por “volver a la fuente, al rostro de Jesús, a gustar de su presencia; es Él nuestro tesoro”.
El obispo como pastor
En clave estructural, el Papa defendió la figura del sacerdote, los sacramentos como itinerario de vida del cristiano y explicó que el obispo “no es un manager, sino la imagen viva de Cristo Buen Pastor que reúne y guía a su pueblo; un discípulo colmado del carisma apostólico para que edifique vuestra fraternidad en Cristo y la radique cada vez más en esta nación con una noble identidad cultural”.
En un guiño a su anfitrión eclesial en Mongolia, el misionero italiano Giorgio Marengo, recordó que “el hecho de que vuestro obispo sea cardenal añade una ulterior expresión de cercanía: todos ustedes, lejanos sólo físicamente, están muy cerca del corazón de Pedro; y toda la Iglesia está cerca de ustedes, de vuestra comunidad, que es verdaderamente católica, es decir, universal”.
Cuestión de fe y amor
El Papa también se adentró en el significado de la palabra comunión: “La Iglesia no se comprende en base a un criterio puramente funcional, según el cual el obispo hace de moderador de distintos miembros, basándose tal vez en el principio de la mayoría, sino en virtud de un principio espiritual, por el cual Jesús mismo se hace presente en la persona del obispo para asegurar la comunión de su Cuerpo místico”. Para resumirlo, Francisco detalló que “la unidad de la Iglesia no es una cuestión de orden y respeto, ni siquiera una buena estrategia para ‘hacer amigos’, es una cuestión de fe y de amor al Señor, es fidelidad a Él”.
Además de recordar la primeras misiones diplomáticas del siglo XIII, así como la primera traducción en mongol del libro de los Salmos y del Nuevo Testamento, aplaudió cómo “de manera extraordinaria en 1992” llegaron los primeros misioneros de la Congregación del Inmaculado Corazón de María, a los que se unieron representantes de otros institutos, clero diocesano y voluntarios laicos.