La Iglesia de la triple frontera entre Colombia, Perú y Brasil – el llamado triángulo amazónico – buscan poner freno a la trata de personas, negocio ilegal de redes criminales y que pone en jaque el trabajo eclesial en esta región.
Para ello, la Red de Enfrentamiento a la Trata de Personas en la Triple Frontera (RETP) ha realizado un seminario de formación bajo el tema “La Trata de Personas en la Triple Frontera, una realidad invisibilizada”, enmarcado en el proyecto global “Iglesia Sinodal con Rostro Magüta”.
Han participado unas 50 personas de diversas vocaciones y ámbitos: docentes, médicos, agentes de pastoral, misioneros, religiosos, líderes indígenas y jóvenes. Fue un encuentro multilingüe, desarrollado en español, portugués y ticuna (lengua indígena de esta región).
Analizaron las diferentes causas que facilitan el tráfico de personas para explotación sexual como: abandono familiar, abandono escolar, alcoholismo, drogas, hambre, falta de trabajo, suicidio, desintegración familiar, destrucción del medio ambiente, turismo sexual, maltrato, violencia familiar, corrupción, abuso sexual, feminicidio, bandas criminales, entre otros.
Problema invisibilizado
Sus organizadores han mencionado que la trata “es algo invisibilizado, oculto, muchas veces por el riesgo que supone denunciarlo”, por ello han insistido en el llamado del papa Francisco de atender y apoyar a quienes sufren de este flagelo.
Fue un espacio de construcción colectiva, creatividad, y fortalecimiento de la red de defensa de la vida en la Triple Frontera, por eso, a estas realidad hay que “ponerles nombre, ser conscientes de que muchas de ellas están interconectadas, una misma persona puede sufrir varias violencias” y bajo ninguna circunstancia “deben ser naturalizadas”.
Los participantes hicieron un paralelismo, así como el extractivismo arrasa la creación de Dios, la trata de personas arrasa con la persona: “Estos crímenes son la mercantilización de la vida, pues como fue constatado en el seminario en el centro del sistema económico capitalista está el dinero, todo sirve con tal de ganar dinero”.
Por supuesto, la desigualdad socioeconómica estuvo en el radar de los participantes, quienes aseguraron que “la riqueza se concentra en unos pocos, mientras que las y los empobrecidos son vulnerables a la explotación”.
También han enumerado como causas “el patriarcado, machismo y racismo, la idea de la superioridad de los hombres sobre las mujeres, que favorece su cosificación y la trata de personas”.
Formar conciencia
Para plantar cara a la trata resulta esencial “formarse para poder identificar los casos de trata y así poder proteger y denunciar, para acabar con la impunidad e invisibilización la trata de personas”.
Explicaron que “el desafío mayor radica en el hecho de pensar cómo podemos actuar frente a estas situaciones” y han insistido que se debe reconocer el grave problema de trata en esta región para “juntos construir una respuesta frente a una realidad que violenta y vulnera los derechos de todos y todas”.
Se han comprometido a impulsar actividades centradas en la prevención, teniendo como principales protagonistas a los jóvenes y adolescentes; por ello, “debemos llegar a los espacios donde están los consumidores y los abusadores: poderes públicos, iglesias, servicios turísticos, entre otros, para formar consciencia”.
Foto: CNBB