El arzobispo de Madrid ha presidido este miércoles la inauguración del curso académico
El arzobispo de Madrid, José Cobo, ha presidido este miércoles la eucaristía de inicio del curso académico de la Universidad Pontificia Comillas. Una misa que tradicionalmente preside el prelado madrileño, y en cuya homilía ha señalado que este va a ser “curso de muchos inicios”.
Y es que, tal como ha señalado Cobo, este es su primer curso “como titular de la archidiócesis de Madrid, y el de Puigròs como superior provincial de la Compañía de Jesús en España”. Además, ha añadido, “vivimos unos años de grandes novedades: consumismo y agotamiento de los recursos, desigualdad e invisibilización de la pobreza, crispación que crea enemigos en vez de abrir diálogos y también la emergente inteligencia artificial, que crece sin reflexión humanizadora alrededor”. Una serie de dificultades, ha dicho, que se deberán leer a la “luz del Evangelio» para «discernir por dónde Dios nos va guiando”.
Para el arzobispo, la crisis medioambiental, los populismos o la guerra cultural que convierte cada tema en lanza hacia el otro son asuntos preocupantes y en los que, sin embargo, Jesús “nos redescubre su misión y nos hace parte de ella. Y la misión de Jesús es sanar”.
Por otro lado, Cobo ha puesto en valor el trabajo educativo y universitario de la Compañía de Jesús, y, de esta manera, ha tenido un recuerdo especial para la Universidad Católica de Nicaragua: “Me pregunto por qué hay regímenes despóticos que se apropian de la universidad”, ha dicho. En este sentido, ha señalado que “tanto la búsqueda de la verdad como la denuncia de las injusticias son parte de la misión sanadora de la universidad católica, en colaboración con la misión de Jesús”.
Para poder ejercer esta labor, Cobo ha invitado a poner el foco en tres heridas “que hay que sanar”. La primera, “un mundo donde las palabras se las lleva el viento, por lo que ha indicado que hacen falta espacios donde la palabra se use «con rigor, solidez y seriedad”. También ha propuesto “hacer frente a la crispación que trata de cancelar al otro. En la dinámica de bloques se hacen necesarios espacios donde se pueda dialogar” y desarrollar la “capacidad de que las distintas miradas del mundo puedan escucharse”. Por último, ha reconocido que la época que vivimos es de una intensa sed de Dios. Y, para sanar esta herida, “es necesario un discurso ilusionante y nuevo», y no «caer en la trampa de oscurecer a Dios” en un mundo que cada vez lo necesita más.