En este capítulo Vida Nueva repasa el viaje de Francisco a Mongolia y reflexiona sobre su significado
Francisco comenzó el curso 23-24 con el viaje más singular de su pontificado. Entre el 31 de agosto y el 4 de septiembre, se desplazó a Mongolia, donde apenas el 0.04% de la población es católica, unas mil quinientas personas. El papa materializa de esta manera su constante llamada a situar las periferias reales y existenciales en el epicentro eclesial, arropando a unos testigos de la fe que se abren paso en una sociedad abierta a la trascendencia, pero que todavía precisa apuntalar la libertad religiosa que ampara su Constitución. Se conforma una geopolítica de la caricia característica de este pontificado. Una presencia en medio del mundo que conjuga la reivindicación de la libertad de acción pastoral de la Iglesia con la defensa de los valores del Evangelio.