“Dejemos la Leyenda del beso para la preciosa zarzuela de Reoyo, Silva y Paso con la música de los maestros Soutullo y Vert. Mejor esta zarzuela que los recientes sainetes jaleados con estrategias calculadas. ¿Dónde quedan las frivolidades teledirigidas durante días y días en noticias amañadas para distraer la atención, eclipsar las vergüenzas o manejar bajo cuerda pretensiones y apaños a cualquier precio y con la habitual mentira como arma política?”.
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Así hacía referencia el arzobispo de Oviedo, Jesús Sanz Montes, a la polémica por el beso propinado por Luis Rubiales a Jenni Hermoso tras la victoria en el Mundial de Fútbol femenino. Y lo ha hecho durante su homilía en Covadonga por el Día de Asturias.
Las palabras del prelado han suscitado el asombro y la indignación de la vicepresidenta y consejera de Presidencia, Reto Demográfico, Igualdad y Turismo, Gimena Llamedo, quien, tal como recoge Europa Press, ha criticado al arzobispo por utilizar Covadonga “como una caverna reaccionaria” con “machismo cargado de incienso”. Además, ha asegurado que con las palabras que dijo hoy en su homilía vuelve a demostrar que está “totalmente alejado de la sociedad asturiana”.
“Hoy es un día de diálogo, de poner en valor todo lo bueno que tienen Asturias y los asturianos y las asturianas y el arzobispo ha demostrado otra vez que en lugar de apostar por la concordia, lo que está haciendo precisamente es generar controversia y generar y alejar posturas”, ha indicado la vicepresidenta del Principado.
“Lo que dijo hoy en definitiva es de un gran machismo. Trató de vestirlo de humorada, pero es un machismo cargado de incienso y aleja mucho de lo que tenemos que hacer las personas que tenemos responsabilidades institucionales”, ha finalizado.
Contra la Agenda 2030
Por otro lado, aprovechando su recuerdo de la JMJ, Sanz criticaba también a los movimientos ecologistas y la Agenda 2030. no se olvidó de ciertos movimientos ecologistas y de la Agenda 2030: “En aquel millón y medio de jóvenes no se dieron borracheras, ni destrozos urbanos, ni violaciones en manada, ni toneladas de basura tras su marcha”.
“Tratamos de tantas cosas”, continuó. “También de la ecología de la que tantos hablan, pero sin la carga ideológica de la Agenda 2030, ni el paseíllo manido por las pasarelas de tanta monserga vacía, aunque tan bien subvencionadas que terminan siendo subversivas. Porque hablar de ecología es hablar de que nos importa la vida, toda la vida, evitando caer en la trampa engañosa de salvar sólo algunas floras y faunas clasificadas por ciertas corrientes ecologistas que acaban siendo ecolojetas, mientras dejamos al pairo la vida humana más vulnerable: la no nacida aún, o la que precipita su final con la ayuda matarife de una eutanasia letal sin la asistencia paliativa censurada, o la vida de quien sigue su camino con mil dificultades al perder el trabajo, al no estrenarlo todavía o al extraviar el sentido de las cosas hermosas como es el amor que no caduca, el perdón que no claudica o la paz que no trafica con inconfesables intereses y clandestinas divisas”.