Lejos de lo ocurrido en Níger, Malí, Guinea-Conakri o Burkina Faso, donde ha habido golpes de Estado militares que han fracturado sus países y han llenado de inestabilidad la región africana del Sahel, lo ocurrido en Gabón este 30 de agosto parece algo muy diferente. Así lo ha asegurado el general Brice Oligui Nguema, quien, tras detener y derrocar al presidente, Alí Bongo, ha prometido que su junta de transición solo busca abrir el país a la “democracia”, contando con “todos los partidos políticos” y dando paso a unas “verdaderas elecciones”.
Y así lo cree y lo celebra el misionero español Luis Martín Nieto, escolapio que, tras cinco años en Guinea Ecuatorial, lleva 26 en Gabón, donde, en la capital, Libreville, dirige el Colegio Calasanz, en el que 984 alumnos reciben la formación secundaria. Consultado por Vida Nueva, su juicio es mucho más que esperanzado: “Entiendo que asuste oír hablar de un golpe de Estado… Pero, en este caso, conviene contextualizar que este golpe de Estado es el que ha defendido la democracia”.
Algo que explica con detalle: “Alí Bongo heredó el cargo presidencial en 2009 tras la muerte de su padre, Omar Bongo, que lo ostentó desde 1967. Ya ese 2009 hubo unas elecciones y fueron trucadas. Las ganó la oposición, pero se amañaron y, pese a todo, no hubo mayores protestas. Se le dio un voto de confianza por ser hijo de quien era y lo cierto es que al principio gobernó con buena intención. Pero en las elecciones de 2016 pasó lo mismo. En presencia de observadores internacionales, la ventaja del líder de la oposición era de 100.000 votos. Y solo quedaban por contabilizar los 40.000 de la provincia de la que era originario su padre. De pronto, llegaron las irregularidades: el censo de esa provincia se aumentó en 70.000 votantes, se fueron quitando votos de los otros estados… Y la Corte Constitucional declaró ganador a Bongo”.
Ante tamaño “escándalo”, ya hubo manifestaciones, pero “fueron reprimidas brutalmente”, habiendo “muchas más víctimas de las que se reconoció oficialmente”. Y así se ha llegado hasta las presentes elecciones, celebradas este 26 de agosto: “Aquí ya, directamente, no permitieron que hubiera observadores internacionales. En pleno recuento, cortaron la luz, el teléfono e Internet. Los resultados tardaron tres días en llegar y se dieron a las tres de la madrugada. El nuevo pucherazo fue el detonante y, solo media hora después, Brice Oligui Nguema detuvo a Bongo y acabó con 56 años de gobierno autoritario de una dinastía”.
Por todo ello, Nieto festeja que “se haya parado un golpe, el de Bongo, con su tercer pucherazo consecutivo”. Algo que “ha llenado al pueblo de alivio, pudiendo soñar al fin con la libertad”. En su caso, de hecho, “me he emocionado con el cambio. Amo la democracia, la libertad y la paz. ¿Cómo le iba a explicar a mis alumnos que, otra vez, con la victoria de Bongo, se premiaba al mal alumno y se castigaba al bueno? Ahora, no exagero si digo que nos han salvado”.
Pese a las reticencias internacionales, el misionero destaca que “hay que creer en las promesas de los militares. De hecho, nada más cesar a Bongo, devolvieron la conexión a Internet y a los pocos días se reabrieron las fronteras. Se respira un ambiente de libertad. Estamos ante una página histórica para un pueblo que se lo merece. Somos muy ricos en materias primas, pero reina la pobreza porque unos pocos corruptos se lo han llevado todo”.
Finalmente, Nieto apunta otro detalle que renueva su esperanza: “Brice Oligui Nguema es católico. Lo primero que hizo al asumir el poder fue ir a misa y en la parroquia, ante unos sacerdotes amigos míos, se arrodilló y pidió su bendición. Tiene un verdadero amor por el pueblo y pido a Dios que le ayude”.