Fernando Ocáriz escribe a la Obra para confirmar que continúan con la reforma de los estatutos y llamar a la calma “para difundir con alegría” el carisma de san Josemaría
“Me da alegría comunicaros que –después de la pausa del verano en el hemisferio norte– estamos trabajando con el Dicasterio para el Clero, para formular la propuesta de modificaciones en los Estatutos que habrá de presentarse al Santo Padre”. Es el anuncio que ha realizado hoy el prelado del Opus Dei, Fernando Ocáriz, a la familia carismática fundada por san Josemaría Escrivá de Balaguer hace casi cien años.
A través de una carta, el sacerdote llama a todos los católicos pertenecientes a esta realidad eclesial a acompañar “este proceso con vuestra oración y con una actitud de abandono filial esperanzado”.
El máximo responsable de la Obra se hace eco en este escrito del desconcierto de este movimiento con más 93.500 miembros presente en 68 países. “No han faltado interpretaciones sobre este asunto en los medios y en las redes sociales, y muchos habéis hecho llegar vuestras preguntas e inquietudes”, admite Ocáriz. A renglón seguido, apunta: “Os agradezco y entiendo vuestros desvelos por la Obra, que es de todos; aprovechemos esas menciones para difundir con alegría el espíritu que hemos recibido del Señor”.
Lejos de enredarse en cuestiones concretas, se remite a sus dos anteriores cartas y aclara que volverá a informar a la comunidad “sobre la marcha de este trabajo”. En paralelo, llama a quienes forman parte de la Obra a rezar por el Sínodo de la Sinodalidad que arranca en octubre en Roma.
La misiva la firma en la víspera de la fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz, haciendo referencia a la necesidad de acoger todo “sufrimiento”, quizá una referencia implícita a la encrucijada que atraviesa la Obra después de los ‘motu proprio’ de Francisco que han impulsado un proceso de renovación en el seno de
“No empequeñezcamos nuestros horizontes”, anima el prelado a los fieles, con el convencimiento de que “allí donde estemos –junto a tantos hermanos nuestros en la fe– podemos ser sembradores de paz y de alegría –la paz y la alegría del Señor– en este mundo nuestro”.