España

Ibrahima Balde, protagonista de ‘Hermanito’, el espejo en el que Francisco pide que nos miremos





Si hay un libro que el papa Francisco cita últimamente, ese es ‘Hermanito’, editado por Blackie Books y escrito al alimón por el periodista vasco Amets Arzallus e Ibrahima Balde, joven de Guinea Conackry que, tras morir su padre y ser él el hermano mayor, quiso cumplir su último deseo: ir tras el rastro del pequeño de la casa, que se había marchado a Libia para tratar de llegar a Europa, y asegurarse de que estaba bien.



De hecho, en su reciente encuentro con el equipo de Vida Nueva, Bergoglio se refirió a la obra como el mejor modo de conocer de primera mano el “viacrucis” de los migrantes: “He oído tantos testimonios, sufrimientos como los que cuenta ese pequeño libro, que les pido que reflexionen mucho sobre esto”.

Le conocimos en 2019

Algo que en realidad nos fue fácil, pues, en diciembre de 2019, en la elaboración de un reportaje sobre cómo varias parroquias de Madrid estaban abriendo las puertas de sus templos para acoger en ellos a muchas personas llegadas esos días a nuestro país y que no tenían dónde cobijarse para protegerse del intenso frío, ya nos encontramos al propio Ibrahima. Fue en la Parroquia Nuestra Señora de las Angustias, cerca de la estación de Atocha, donde varios voluntarios se turnaban cada noche para cenar y dormir con 10 jóvenes migrantes llegados de América Latina y África.

Charlando con el protagonista de la historia, él mismo nos contó cómo había abandonado su país en busca de su querido hermano. Aunque, tristemente, era un relato con un final nada feliz: “Llegué a Libia tras pasar por Malí y Argelia, pero no le encontré… Había muerto”.

Fracaso y tristeza

Pese a ese sentimiento de fracaso y de enorme tristeza, Ibrahima se despidió de nosotros con una sonrisa marcada por la esperanza: “Aquí estoy bien: puedo ducharme y dormir tranquilo, junto a buenas personas. Me han rechazado la petición de asilo, pero, en dos meses, termino un curso de mecánico. Mi vida se va encaminando…”.

Antes de irnos, nos sorprendió al mostrarnos un libro que contaba su historia y en el que rendía homenaje a su hermano. Era la primera edición y, escrito en euskera (luego sería traducido al castellano y a muchos idiomas más), se titulaba Miñan (Mi hermano). Nos regaló un ejemplar firmado y siguió cenando con los que entonces eran sus compañeros. Gente como Hernán, un joven venezolano que tuvo que huir de la dictadura para evitar ser asesinado, o Mutarr, quien, hacía cinco años, había dejado atrás su Gambia natal en busca de una oportunidad.

No quiso migrar

No era el caso de Ibrahima, que, como destaca en ‘Hermanito’, no era como tal un emigrante, sino alguien que, por amor a su familia, había dejado atrás el hogar para tratar de proteger a su hermano pequeño. No pudo conseguirlo, pero sí trató entonces de cumplir su sueño y llegar a Europa.

Lo hizo a España y, cuando apenas contaba con apoyos, sí encontró una mano amiga: la de Amets Arzallus. De él partió la idea de ayudarle a escribir su historia para que los informes policiales sobre su caso fueran lo más completos posibles y el permiso de residencia fuera algo más factible. Sin embargo, este le fue denegado varias veces… Fue entonces cuando decidieron darle forma de libro y publicarlo para abrir conciencias.

Cuatro años después, es evidente que lo han logrado. Hoy, en buena parte gracias al apoyo de Francisco, la historia ha llegado a mucha gente. Y ya tiene un final feliz: Ibrahima ha conseguido un permiso temporal de residencia y trabaja como mecánico en Madrid. En memoria de su querido hermano.

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Etiquetas: migración
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