El obispo de Barbastro-Monzón, Ángel Pérez Pueyo, ha vuelto hoy a Torreciudad. Es la segunda celebración pública que preside en el santuario mariano vinculado al Opus Dei, después de que se hicieran públicas las desavenencias entre la diócesis y la prelatura por la actualización de la gestión de uno de los epicentros del carisma de san Josemaría Escrivá de Balaguer.
Pérez Pueyo presidió esta mañana la eucaristía de la Jornada Mariana de las Familias en una explanada que contó con un aforo completo. En sus palabras no hubo ni una sola referencia al conflicto abierto directa o indirecta. Eso sí, entregó un regalo para los presentes: una baraja de cartas, la llamada Baraja de las Familias. “Tenéis que jugar los padres y antes de ir a dormir habrá una frase, un poema o un texto evangélico para que os toque el corazón”, expuso el obispo con ayuda de cuatro niños, generando un ambiente distendido en una celebración que, dada las circunstancias, no invitaba a la cordialidad. Tanto es así que Pérez Pueyo, no solo consiguió arrancar las risas de los participantes sino que fue aplaudido por la multitud al final de su homilía.
Más allá de este gesto, en su alocución expuso que “tenemos que hacer un cambio de chip y de paradigma: no vale lo de siempre y tenemos que pasar de una Iglesia bazar de lo sagrado a una Iglesia familia de familia”.
“Os voy a pedir que repitamos hasta tres veces algo de que estamos plenamente convencidos: ¡La familia es el valor más seguro!”, remarcó al estilo de Francisco, reclamando más energía en sus interlocutores, que correspondieron al obispo elevando el tono. “Como en casa no se está en ningún sitio”, añadió Pérez Pueyo, reivindicando ante las familias el valor de la comunión, del servicio, la defensa de la dignidad humana y de la libertad, así como la conciencia de ser hijos y hermanos. “Hoy, a los pies de María, nos invita a mirar las cosas con los ojos del corazón, las coordenadas invisibles”, expuso.
En esta misma línea, el prelado planteó que “solo cuando uno vive de la fidelidad a Dios es capaz de sobrevivir, porque el mejor activo son las personas, el mejor activo eres tú, el mejor secreto es tu propia identidad personal y familiar, la honda tradición cristiana que nos han legado nuestros mayores”.
A la luz de los datos del invierno demográfico y de la falta de matrimonios canónicos, invitó a los presentes a tener “la mirada de la Madre” para iniciar “la revolución silenciosa de la ternura de Dios con el fin de que nadie se pierda”. Así, animó a los presentes a “ser en lo cotidiano caricia de Dios” frente a la tentación de dejarse llevar por el pesimismo. Así, echó mano del fundador de los Operarios Diocesanos, el beato Manuel Domingo y Sol, para compartir: “Qué bien nos va cuando nos va tan mal”. Y añadió: “A veces en la vida no pintan copas sino bastos”.
“La antropología que subyace en el mundo que te toca vivir hoy y aquí ya no es cristiana, no se sustenta por los valores que recibimos de nuestros padres y de Jesús de Nazaret”, admitió. A renglón seguido señaló que, “si queremos recuperar el atractivo de la familia y a recrear esta familia, tenemos que revertir el hombre de la creación y poner a Dios en el centro y en el corazón del mundo, y a las familias como mejor activo motorizador del cambio”.
Remitiéndose a Benedicto XVI, Pérez Pueyo aseguró que “los ‘ismos’ nos están matando: el individualismo, el hedonismo, el consumismo, el relativismo, el subjetivismo y el secularismo no nos dejan ser a nosotros mismos”. En su alocución, Pérez Pueyo también agradeció a los sacerdotes de la Prelatura que “con tanto cariño y celo apostólico nos habéis acogido a todos”.
El nuncio Bernardito Auza se hizo presente en la misa a través de un mensaje enviado al obispo en nombre del Papa Francisco, que incluyó la bendición del pontífice a los participantes en la jornada. La carta fue leída por el nuevo rector de Torreciudad, José Mairal. Por su parte, el propio Mairal dirigió unas palabras de bienvenida a los peregrinos. El sacerdote pidió a la Virgen su apoyo “en la búsqueda de la paz y del bienestar de las familias del mundo entero sin distinción de clase y de condición”.
El hasta hace unos días rector de Torreciudad, Ángel Lasheras, intervino antes de iniciar la eucaristía y del rezo del ángelus. Durante su alocución, animó a los presentes a participar en la celebración para tener “esa experiencia particular del amor de Virgen María”.