El purpurado de Boston participó ayer en un conversatorio digital sobre el Sínodo organizado por la Academia de Líderes Católicos junto al arzobispo de Guayaquil, el obispo de san Francisco de Macorís y la laica Eva Fernández
Para el cardenal Seán Patrick O’Malley, “muchos se muestran preocupados de si el Sínodo va a cambiar la doctrina de la Iglesia o los mandamientos, pero creo que la idea del Santo Padre es ayudarnos ese principio tan bello de San Agustín que tiene como base la unidad en lo esencial, libertad en lo accidental y la caridad en todo”. En paralelo, el purpurado alerta del riesgo de darle la vuelta a este principio y caer en “libertad en lo esencial, unidad en lo accidental y rivalidad en todo”.
Así lo manifestó ayer el arzobispo de Boston (Estados Unidos) en un conversatorio internacional en formato digital celebrado ayer y organizado por la Academia de Líderes Católicos, con la colaboración de ‘Vida Nueva’. Junto al cardenal norteamericano, en el coloquio participaron además otros miembros de la asamblea que arrancará el próximo 4 de octubre: Luis Cabrera Herrera, arzobispo de Guayaquil (Ecuador), como presidente delegado del Sínodo; Ramón Alfredo de la Cruz Baldera, obispo de San Francisco de Macorís (República Dominicana), participante por designación de la Conferencia Episcopal de República Dominicana; y Eva Fernández Mateo, coordinadora del Foro internacional de Acción Católica (España), invitada especial.
Participante por designación pontificia en la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, esto es, en el Sínodo de la Sinodalidad, O’Malley apreció que este foro vaticano “tiene muchas posibilidades, pero dependerá de nosotros, de los miembros de la Iglesia si queremos que el Espíritu Santo nos guíe”.
“Si no superamos las divisiones que existen en la Iglesia y en nuestra sociedad, nos va a hacer mucho daño”, predijo el purpurado, que estableció como vacuna para superar estos desafíos “la oración, la escucha mutua el diálogo y el Espíritu Santo”. “El Sínodo es una oportunidad de escucharnos, de participar juntos, de vivir el mandamiento de amarnos”, compartió el cardenal capuchino.
En este sentido, recordó cómo durante el Sínodo de la Amazonía, el papa Francisco inició unas pausas de silencio entre las intervenciones que “nos hizo conscientes de que el Sínodo no es un debate de ideas, de hacer prevalecer mi opinión, sino de buscar la voluntad de Dios”.
Presidente de la Pontificia Comisión para la Protección de Menores de la Santa Sede, O’Malley subrayó que la lucha contra la pederastia en el seno de la Iglesia “tiene que ser una prioridad”. “Si no logramos asegurar al pueblo que la Iglesia está aquí para proteger a los menores, nadie nos va a tener confianza, nuestra misión de evangelización va a ser imposible”. “Tiene que ser una prioridad en toda la Iglesia y para ello tenemos que implicar a todos”, aseveró.
En su intervención, Cabrera hizo un llamamiento, tanto a los participantes en la asamblea como a los católico en general, para que tengamos “apertura y audacia para perder nuestras visiones personales y abrirnos a esa gran vedad que viene del Espíritu Santo”. “Muchas cosas ya han comenzado a cambiar, tengo una fe muy grande de que ya está tocando el corazón y moviendo muchas voluntades”, sentenció.
Sobre el riego de una ideologización de los debates y de la propia comunidad cristiana, como ya ha expresado el Papa, el prelado ecuatoriano advirtió de que la ideología es “una visión parcial de la realidad que lleva a declararse como la única verdad”. “Para romper esta dinámica, lo más importante es tener de referente el Evangelio y el Magisterio”, apuntó.
En esta misma línea, se manifestó el obispo de San Francisco de Macorís: “Frente a la polarización, vamos a tomar la teología del caminar juntos”. De la Cruz compartió su sueño de conformar “una Iglesia de todos y para todos, una Iglesia abierta que es capaz de dialogar con los que piensa diferente a nosotros”.
El pastor no dudó en presentar a Francisco como “uno de los grandes renovadores, no tanto con palabras, sino con hechos”. “Él es un profeta de la Iglesia del futuro, que está sembrando la Iglesia del futuro”, añadió, sabedor de que los cambios que se puedan propiciar desde el Sínodo no pueden ser ni con acelerones ni con frenazos. “Unos quieren ir rápido, pero no todos tienen la capacidad de correr. Se trata de caminar juntos”, dejó caer.
Preguntado sobre aquellos que temen un giro en lo doctrinal, el obispo apunto que “cuando muchas veces hablamos de que la doctrina no se puede tocar, se cae en reducirlo todo a las formas, a ese indietrismo que denuncia el Papa”. Frente a ello, expuso que “la búsqueda de la verdad no puede ser no dinámica, sino en movimiento”, por lo que confió que el Sínodo sepa asumir este principio, por ejemplo, sobre el protagonismo de las mujeres. “La Iglesia no puede darles la espalda”, sentenció.
Por su parte, Eva Fernández, reivindicó el papel de los seglares, no solo en el Sínodo, sino en el día a día de la Iglesia. “Sí existe en el laicado la conciencia de vivir la fe en corresponsabilidad a pesar de las dificultades y las barreras que pueden surgir en el día a día”, expuso, desde su convencimiento de que “hay muchísimos cristianos que llevan una vida entregada, compaginando su vida familiar, su trabajo y su misión en sus parroquias”. Por eso, no dudó en afirmar que “los laicos estamos a la altura y dando muchos pasos juntos con los sacerdotes y la vida consagrada”.
A la par, reconoció que “no podemos ser ingenuos”, en tanto que queda dar un salto en lo que a participación se refiere, a la vez que reclamó una mayor “formación integral que nos ayude vivir con coherencia nuestra fe en medio del mundo” con el foco puesto en “esa gran desconocida que es la Doctrina Social de la Iglesia”. “Nos queda un camino por recorrer, pero lo importante es que estamos en ese camino y que ya no hay marcha atrás en la sinodalidad”, completó.
El conversatorio digital arrancó con una oración dirigida por el obispo de Valparaíso (Chile), Jorge Patricio Vega, y con unas palabras de acogida de Alejandra Segura, que es miembro del Consejo General Directivo y Presidenta de la Red Internacional de Mujeres Líderes Católicas. “Estamos viviendo un hito histórico de la vida de la Iglesia”, apreció Segura, que subrayó cómo “la sinodalidad es un signo de los tiempos”. En paralelo, apuntó que se abre una oportunidad de “transformación” para “dejarnos sorprender y plantearnos cuan dispuestos estamos para subirnos a esta barca sinodal y danzar juntos al son del Espíritu de Dios”. Ante este desafío, Segura apuesta por conformar “una iglesia que diálogo, que genera, que escucha, que es pluricultural”.
En la clausura del evento, tomó la palabra el cardenal emérito de Tegucigalpa, Óscar Andrés Rodríguez Maradiaga, que ofreció un consejo, tanto para la Asamblea sinodal como en el día a día eclesial: “No nos perdamos en discusiones estériles. Ejercitémonos en amarnos, porque no cuesta amar a uno que piensa como yo, sino al que de primeras veo como un adversario fuerte”.
En un tono coloquial, añadió que “no me gusta mucho la fiesta brava, pero sí el papel del picador: tenemos que ser picadores para los que están medio dormidos. Nuestra Iglesia es viva y debe estar llena del entusiasmo y la alegría del Espíritu Santo, y no podemos quedarnos en una Iglesia de museo con mucho pasado y poco futuro. La Iglesia tiene mucho futuro”.