Este martes ha dado comienzo la conferencia sobre la encíclica ‘Pacem in terris’, de Juan XXIII, organizaza por la Academia Pontificia de Ciencias Sociales. Por este motivo, y ante la actualidad que tiene hoy dicha encíclica, el papa Francisco ha enviado un mensaje a los participantes en las jornadas dirigido al cardenal Peter Turkson, canciller de la Academia.
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“El momento actual guarda un inquietante parecido con el período inmediatamente anterior a ‘Pacem in terris’, cuando la crisis de los misiles cubanos de octubre de 1962 llevó al mundo al borde de una destrucción nuclear generalizada”, señala el Papa en su mensaje.
“Lamentablemente, en los años transcurridos desde aquella amenaza apocalíptica, no sólo han aumentado el número y la potencia de las armas nucleares, sino que también han aumentado otras tecnologías bélicas, e incluso el consenso de larga data sobre la prohibición de las armas químicas y biológicas está en peligro”, continúa.
Un mundo libre de armas
Y es que, “hoy más que nunca” cobra vigencia “la advertencia profética del Papa Juan XXIII de que, a la luz de la aterradora fuerza destructiva de las armas modernas, es aún más evidente que ‘las relaciones entre Estados, como entre individuos, deben regularse no por la fuerza armada, sino según los principios de la recta razón'”.
En este sentido, el Papa ha señalado que “es responsabilidad de todos nosotros mantener viva la visión de que un mundo libre de armas nucleares es posible y necesario”. Asimismo, ha puesto en valor “la labor de las Naciones Unidas y organizaciones afines para aumentar la conciencia pública y promover medidas regulatorias apropiadas sigue siendo crucial”.
Por último, Francisco ha advertido que “la preocupación por las implicaciones morales de la guerra nuclear no debe eclipsar los problemas éticos cada vez más urgentes que plantea el uso de las llamadas ‘armas convencionales'”, ya que “en la guerra contemporánea, que deberían usarse sólo con fines defensivos y no apuntar a objetivos civiles”.
“Espero que una reflexión profunda sobre esta cuestión conduzca a un consenso en el sentido de que tales armas”, ha concluido el Papa, “con su inmenso poder destructivo, no se utilizarán de manera que causen, en palabras de la Declaración de San Petersburgo, ‘daños o sufrimientos innecesarios”.