Los obispos norteamericanos piden a los feligreses ser solidarios con las mujeres que enfrentan embarazos difíciles o desafiantes
Está por iniciar el mes de octubre, por lo que la Iglesia en Estados Unidos se dispone a celebrar el 50 aniversario del ‘Mes del respeto a la vida’, pidiendo a los feligreses ser solidarios con las mujeres que enfrentan embarazos difíciles o desafiantes.
En ese contexto, el obispo de Arlington y responsable del Comité de Actividades Provida de la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos (USCCB), Michael F. Burbidge, recordó que desde 1973, año en el que la Corte Suprema legalizó el aborto en ese país mediante la sentencia Roe vs. Wade, los obispos reservaron el mes de octubre como “un momento para centrarse en proteger el precioso don de Dios de la vida humana”.
El obispo dijo que, si bien agradecen a Dios que el “terrible reinado de Roe haya terminado, también reconocemos que el aborto aún continúa en la mayoría de los estados y se promueve agresivamente a nivel federal”.
Por lo que continuó: “todavía se necesitan muchas oraciones, sacrificios y buenas obras para transformar una cultura de muerte en una de vida. Nuestro testimonio público, nuestra marcha y defensa deben continuar, pues las leyes por sí solas no pondrán fin a la tragedia del aborto”.
Destacó que poner fin al aborto legalizado sigue siendo la prioridad de las acciones de la Iglesia, por lo que “la forma más inmediata de salvar a los bebés y a las madres del aborto es rodear completamente a las madres necesitadas de apoyo vital y acompañamiento personal. Esto es solidaridad radical”.
Recordó que fue San Juan Pablo II quien definió por primera vez la ‘solidaridad radical’ de esta manera: “Al rechazar firmemente el concepto ‘pro-elección’, es necesario volverse valientemente ‘pro mujer’, promoviendo una elección que sea verdaderamente a favor de las mujeres. La única postura honesta, en estos casos, es la de solidaridad radical con la mujer. No está bien dejarla sola”.
También refirió que el papa Francisco recuerda que la solidaridad “se refiere a algo más que unos pocos actos esporádicos de generosidad. Presume la creación de una nueva mentalidad, una transformación dentro de nuestros propios corazones”.
El obispo detalló que esa nueva mentalidad requiere acompañar a las madres vulnerables en una profunda amistad, compasión y apoyo tanto para ellas como para sus hijos no nacidos. “Significa abordar los desafíos fundamentales que llevan a una futura madre a creer que no puede acoger al niño que Dios le ha confiado”.
En ese sentido, hizo un llamado a generar esfuerzos colectivos en diócesis, parroquias, escuelas y comunidades locales, tener participación en el ámbito público hacia la búsqueda de políticas que ayuden a apoyar tanto a las mujeres como a sus bebés no nacidos.
“Requiere aún más nuestro compromiso individual y personal para ayudar a las madres de nuestras propias comunidades a obtener apoyo material, emocional y espiritual para abrazar el don de la vida. La ‘solidaridad radical’ significa ir más allá del status quo y salir de nuestras zonas de confort”, añadió.
De manera particular se refirió a la iniciativa ‘Caminando con las mamás necesitadas’, que proporciona instrucciones paso a paso fáciles de seguir para ayudar a transformar las parroquias en lugares de bienvenida, apoyo y asistencia para las madres embarazadas y madres que enfrentan dificultades.