Los responsables del proceso del sacerdote expulsado de los jesuitas comparten con ‘Vida Nueva’ su malestar con el informe diocesano, defienden su trabajo y respaldan el testimonio de las víctimas
“Perplejidad” y “desconcierto”. Son las dos palabras que los investigadores del caso Rupnik han trasladado a ‘Vida Nueva’ ante el comunicado hecho público por el Vicariato de Roma sobre la visita canónica realizado al Centro Aletti, el hogar de la comunidad liderada por el sacerdote esloveno donde se elaboran los mosaicos para edificios religiosos.
El malestar en quienes conocen de cerca las denuncias al ya ex jesuita radica en las afirmaciones que la nota de la diócesis de Roma realiza, pero también en sus silencios. Y es que, el visitador Giacomo Incitti, ha concluido que en el centro “hay una vida comunitaria saludable sin problemas críticos particulares”. Es más, llega a asegurar incluso que “a partir del abundante material documental estudiado, pudo encontrar y, por tanto, denunciar procedimientos gravemente anómalos cuyo examen generó también dudas fundadas sobre la propia solicitud de excomunión”.
En una primera lectura, el tono de la redacción, no solo parece exonerar a Rupnik, sino que lanza sospechas directas sobre la rectitud e imparcialidad de quienes han trabajado estos últimos años en el caso. Sin embargo, los investigadores corroboran a ‘Vida Nueva’ la veracidad de las acusaciones contra el sacerdote sin dejar lugar a dudas por los testimonios recabados mucho antes de que el expediente saltara a la luz pública. A la vez, lamentan que el comunicado del Vicariato de Roma eluda cualquier alusión a las víctimas y a los abusos cometidos por el que fuera miembro de la Compañía de Jesús.
De hecho, desde hace días, las propias víctimas que denunciaron a Rupnik han expresado su dolor por lo que entienden que es un ‘blanqueo’ de su figura y ponen en entredicho las afirmaciones del visitador en tanto que habrían dado a entender que el visitador Incitti no se habría puesto en contacto con ellas para contrastar la versión dada por quienes colaboran en el Centro Aletti, por lo que las conclusiones del Vicariato quedarían en entredicho. No hay que olvidar que en diciembre del año pasado, antes de esta auditoría, Daniele Libanori, jesuita obispo auxiliar de Roma, se desmarcó del respaldo del vicario de Roma, Angelo De Donatis, quien defendió a posteriori en un comunicado la “verdad” del jesuita y le mantuvo en sus cargos diocesanos.
Por otro lado, expertos en abusos de poder, de conciencia y sexuales en el seno de la Iglesia, explican a ‘Vida Nueva’ que, ateniéndose a la experiencia de abusadores ya condenados, resulta verosímil un desdoblamiento de personalidad, llevando una vida aparentemente ejemplar con su comunidad, sin dar una sola pista de su comportamiento como depredador voraz con sus víctimas.