El arzobispo de Madrid reclama el cierre de los Centros de Internamiento de Extranjeros durante el acto principal de la Mesa de la Hospitalidad para la Jornada del Migrante y del Refugiado
“Los CIE, así no”. Es el grito que lanzó en la mañana del 23 de septiembre el cardenal arzobispo de Madrid, José Cobo. Lo verbalizaba una semana antes de que el prelado recibiera de manos del Papa la birreta púrpura en Roma y prácticamente a la vez que Francisco expresara desde Marsella la denuncia más firme contra la estigmatización de los migrantes. El purpurado señalado por el pontífice como el piloto de la Iglesia en España de los próximos años se sumaba a la concentración promovida por la archidiócesis madrileña con motivo de la Jornada Mundial del Migrante y Refugiado.
Cobo no era un paracaidista en la convocatoria convocada por la Mesa de la Hospitalidad y celebrada en la madrileña plaza de Aluche, de la que es alma y parte. Allí se plantó junto a varios centenares de personas a apenas unos metros del Centro de Internamiento de Extranjeros (CIE) que conoce bien y desde dentro, como uno de los activos de la pastoral social de Madrid mano a mano con José Luis Segovia, vicario episcopal Desarrollo Humano Integral y la Innovación.
“No podemos criminalizar la migración ni meter en la cárcel a nadie que no ha cometido ningún delito”, enfatizó el arzobispo que reclamó “más sensibilidad al Estado” para evitar que haya “personas de primera y de segunda”. Y es que, más de 8.000 personas han sido retenidas solo por faltas administrativas en los ocho centros abiertos en nuestro país. Desde 2006, nueve personas han muerto en estos centros, cuatro de ellos por suicidio.
A la luz del pasaje evangélico de la huida a Egipto, Cobo reflexionó ante los ciudadanos presentes sobre la urgencia de “reconocer los derechos fundamentales del ser humano”. A partir de ahí, reivindicó el derecho a emigrar, pero también al de permanecer en sus países de origen desde el compromiso de la comunidad internacional, la libertad de flujos en los lugares de tránsito y la integración en los países de destino.Para Cobo, “nuestra sociedad tiene que recuperar su capacidad de acogida” o de lo contrario “fracasamos como sociedad”. “La dignidad de la persona está por encima de todo, los migrantes tienen que tener voz y derechos”, suscribió.
“Como Iglesia, presentamos esta preocupación como oración y como denuncia”, subrayó el cardenal, que puso en valor la implicación a cuantos forman parte de la pastoral migratoria: “Gracias a los vecinos por hacer de vuestras casas hogares de acogida, a las ong y demás instituciones así como la mesa de la hospitalidad”.
Junto a la intervención de Cobo, en el acto también se escuchó el testimonio de varios migrantes y se visibilizaron performances que reflejaban los muros levantados y las pateras hundidas en el Mediterráneo. Animados por una atronadora batucada, los presentes entonaron gritos como “CIEs no”, “Ningún ser humano es ilegal” y “España, recuerda: fuiste migrante”.