Este domingo 24 de septiembre se celebra la Jornada del Migrante y del Refugiado con el lema ‘Libres de elegir si migrar o quedarse’. Con este motivo, los obispos de la Subcomisión Episcopal para las Migraciones y Movilidad Humana reflexionan sobre las condiciones necesarias que posibiliten a las personas ejercer en libertad su derecho a migrar o quedarse en sus países de origen.
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Herida abierta
Los obispos invitan a seguir trabajando “para hacer que nuestras comunidades sean cada vez más inclusivas”, en sintonía con el mensaje del papa Francisco para esta jornada. “Como Iglesia, nos duelen estas heridas que afectan a tantas personas y hermanos nuestros y nos preguntamos qué estamos haciendo o qué debemos dejar de hacer para garantizar un desarrollo humano integral y sostenible para las próximas generaciones en todo el planeta”, señalan los prelados.
Los obispos apelan “a la responsabilidad de sus gobernantes, llamados a ejercitar la buena política, transparente, honesta, con amplitud de miras y al servicio de todos, especialmente de los más vulnerables”. En este sentido, destacan que el Departamento de Migraciones participa en un proyecto internacional junto a las diócesis de la ruta atlántica en África y Europa para promover una Guía de hospitalidad internacional y campañas de información en los países de origen o de tránsito. Además, este departamento también está potenciando la creación de Mesas de migraciones en las diócesis para coordinar y promover el trabajo con estas personas, la propuesta de apertura de corredores de hospitalidad y la llamada “Mesa del Mundo rural”. “Dondequiera que las personas decidan construir su futuro, en el país donde se ha nacido o en otro lugar, lo importante es que haya siempre allí una comunidad dispuesta a acoger, proteger, promover e integrar a todos, sin distinción y sin dejar a nadie fuera”, concluyen.
Personas detrás de los números
Desde el Área de Justicia y Solidaridad de la Confer también han hecho sentir su voz con motivo de esta jornada. Los religiosos españoles denuncian que “en sólo tres días la costa italiana de Lampedusa ha recibido a 10.000 inmigrantes irregulares” provocando que su centro de acogida, pensado para 400 personas, tenga una población de 7.000. Por ello, denuncian que “la crisis migratoria en Europa y el mundo, agravada por una variedad de factores que incluyen la persecución, la pobreza, el cambio climático y la inestabilidad política en varias regiones del mundo, ha llevado a millones de personas a emprender peligrosos viajes en busca de un refugio seguro y una vida mejor”.
“La crisis de Lampedusa no puede ser ignorada, exige nuestra atención, comprensión y acción colectiva, recordando la importancia del respeto a los derechos humanos y a actuar con compasión, solidaridad y unidad”, reclaman. Para el área, “esta jornada es un faro de esperanza en un mundo que a menudo se enfrenta a la xenofobia, la discriminación y la indiferencia. Nos insta a recordar que detrás de las cifras y las políticas migratorias hay seres humanos con historias, sueños y esperanzas y que esta crisis no se puede abordar a través de medidas restrictivas o aislacionistas. Debemos recordar que somos una comunidad global, interconectada por la humanidad que compartimos”.
En su comunicado denuncian “la continua agresión que sufren las personas migrantes cuando no se respetan los derechos humanos y con ello la flagrante violación al principio de no devolución contenido en la Convención sobre el Estatuto del Refugiado”. “En este momento crítico, nuestro compromiso como cristianos, nos llama a la acción, a trabajar juntos como hermanos y hermanas en la humanidad, para abordar las causas profundas de la migración, y ofrecer refugio y asistencia a quienes buscan una vida mejor y para construir puentes de solidaridad en lugar de barreras divisivas”, reclaman.