“¿Por qué tenemos que estar enfrentados? ¿Por qué no trabajamos todos por el bien común y no por el bien personal o del grupo, partido o estamento al que pertenecemos? ¿Por qué vemos, a veces, a los pobres e inmigrantes como rivales que vienen a desestabilizarnos y a quitarnos la paz?”. Estas han sido las cuestiones que el cardenal arzobispo de Barcelona, Juan José Omella, ha lanzado durante su homilía en la misa por la solemnidad de la Virgen de la Merced, patrona de Barcelona, celebrada este domingo.
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La celebración litúrgica, que ha tenido lugar esta mañana ante más de 300 personas, ha sido concelebrada por el obispo de Sant Feliu de Llobregat, Agustí Cortés; el obispo de Terrassa, Salvador Cristau y los obispos auxiliares de Barcelona, David Abadías y Javier Vilanova.
Entre las autoridades civiles presentes en el oficio religioso, ha destacado la presencia del alcalde de Barcelona, Jaume Collboni, así como la de 17 concejales del Ayuntamiento de Barcelona y 4 tenientes de alcaldía. Además, han acudido diferentes mandos militares y policiales, así como diputados y representantes de las universidades con sede en Barcelona. También ha contado con la presencia del director general de Asuntos Religiosos de la Generalitat de Catalunya, Carles Armengol.
El amor como antídoto al miedo
Durante la homilía, Omella ha subrayado que “el primer deber de un creyente es siempre escuchar”, y ha lamentado que habitualmente se suele “hablar más que escuchar”. “¿A quién escuchamos nosotros, hombres y mujeres del siglo XXI? ¿Escuchamos o estamos pendientes de lo que dicen los otros de nosotros, aquello que dicen los medios de comunicación, aquello que es políticamente correcto…? ¡Qué poco escuchamos lo que nos dice el Señor!”, ha afirmado.
“Hermanos, vivimos tiempos revueltos y convulsos”, ha asegurado el cardenal. Tiempos, ha dicho, ante los que “el Señor nos llama a actuar, a no quedarnos parados pensando solo en nosotros mismos”. “El Señor nos llama también a no perder la paz ni dejarnos llevar por la miedo”, ya que “en el amor encontramos el antídoto a nuestros miedos”.
Por otro lado, Omella ha lamentado la “falta de amor y de esperanza creciente” en una sociedad en la que se “provoca el descenso de la natalidad, la soledad y el desánimo de los mayores”. “Apostemos por potenciar y apoyar económicamente la cultura de la vida. Una sociedad cerrada a la vida camina hacia su desaparición”, ha animado Omella. “Que Santa María, Virgen de la Merced, nos ayude a ser instrumentos de amor y portadores de esperanza y de vida en nuestra ciudad y en nuestro mundo”, ha concluido el purpurado.