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El Vaticano cesó (pero no lo hizo público) a Ivanka Hosta, mano derecha de Rupnik en la Comunidad de Loyola, por despotismo

  • Libanori, obispo auxiliar de Roma, investigó los hechos entre octubre de 2020 y julio de 2022
  • El Dicasterio para la Vida Religiosa tardó otro año en actuar, este junio, y no era de dominio público
  • La superiora de la primera comunidad impulsada por el artista habría tapado sus abusos ya en los 80





El pasado 21 de junio, el Dicasterio para la Vida Religiosa destituyó a Ivanka Hosta como superiora de la Comunidad de Loyola al considerar que ejercía “un estilo de gobierno lesivo a la dignidad y los derechos de cada una de las religiosas que forman parte de ella”. Se ratificaba así la investigación del jesuita Daniele Libanori, obispo auxiliar de Roma, que, entre octubre de 2020 y julio de 2022, fue enviado por el Vaticano como comisario para estudiar los hechos.



Con todo, no se conocía dicha destitución, que ahora ha sido dada a conocer por el medio portugués ‘Sete Margens’, que ha tenido acceso al “decreto disciplinar” en el que se aplica a la religiosa una “amonestación formal” en la que se recalca la “prohibición de asumir cualquier cargo o función gubernamental, así como dirección espiritual dentro de la Comunidad Loyola”.

Debe residir en Portugal

Además, se la conmina a establecer su residencia “en la comunidad que este instituto tiene en Portugal”. Eso sí, con la “prohibición de contactar, directa o indirectamente, con las monjas o ex monjas de la Comunidad de Loyola por un período de tres años”.

La última medida es la obligatoriedad de “peregrinar una vez al mes, durante un año, a un santuario mariano fácilmente accesible desde su residencia”, donde “deberá rezar por las víctimas del comportamiento del P. Marko Ivan Rupnik y por todas las monjas de la Comunidad de Loyola”.

Desde los años 80

Esta última referencia al ex jesuita, expulsado de la Compañía por abusos, pero al que sin embargo se le ha absuelto en la visita canónica de la Diócesis de Roma, es más que significativa. Y es que el artista es el histórico referente espiritual de la Comunidad de Loyola, considerada como otra de sus obras espirituales junto al Centro Aletti. De hecho, Ivanka Hosta fue su mano derecha a la hora de impulsar el instituto, en los años 80 en Eslovenia, aún bajo el régimen soviético, por lo que debía moverse en la clandestinidad. Tras caer el Muro, ya a inicios de los 90, llegó su erección canónica como tal.

Como en el caso de Rupnik, parece ser que su principal colaboradora en la Comunidad de Loyola incurrió en el abuso contra las religiosas de las que era superiora desde los tiempos fundacionales y a lo largo de estas tres décadas. En este caso, abusos de autoridad, ejerciendo actitudes consideradas despóticas.

Inexplicable retraso

Pese a ello, como lamenta ‘Sete Margens’, es significativo que se haya tardado un año en actuar desde que Libanori concluyera su investigación y su juicio sobre la superiora fuera tajante, encontrando en su contra evidencias de sobra.

Además, el medio portugués reitera que, aunque no tenía ningún cargo oficial, Rupnik era el auténtico alma mater de la Comunidad de Loyola, actuando codo con codo con Hosta.

Hubo una escisión

Eso sí, hubo un momento, ya en esa primera etapa, en el que ambos chocaron y, si bien el grueso de las hermanas se mantuvo junto a la religiosa, hubo una escisión y otras acabaron ingresando en el Centro Aletti, del que el artista jesuita esloveno ha sido director hasta su reciente salida por acusaciones de abusos. Entre las religiosas que en su día dejó el instituto para irse con Rupnik, estuvo Maria Campatelli, actual directora de la entidad y quien, la semana pasada, se entrevistó con el Papa.

Otro aspecto a tener en cuenta es que, según varias de las religiosas que han denunciado los abusos sexuales y de conciencia de Rupnik, estos hechos ya se dieron en la misma época de la fundación, entre los años 80 y los primeros 90. Según las denunciantes, de ellos habría sido conocedora Hosta, tras acudir a ella en busca de apoyo, pero ella nunca habría hecho nada por defender a sus hermanas o denunciar públicamente al artista.

Falsa esquizofrenia

Hasta tal punto llegó su protección de Rupnik, que en esos años pudo abusar de una veintena de hermanas, que, cuando una de ellas trató de alejarse de él, para evitar que lo denunciara y tuviera eco, llegó a escribir a su familia para decirles que “padecía esquizofrenia”.

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Etiquetas: abusosMarko Rupnik
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