Durante la 78ª Asamblea General, el arzobispo Paul Richard Galllagher pidió al organismo internacional volver a sus orígenes de ser coordinador entre los Estados
Durante su intervención en la 78ª Asamblea General de la ONU, el secretario vaticano para las Relaciones con los Estados y las Organizaciones Internacionales, el arzobispo Paul Richard Gallagher, confió en que la Santa Sede entable con el gobierno de Nicaragua “un diálogo diplomático respetuoso para el bien de la Iglesia local y de toda la población”; y enfatizó: “Nuestros pensamientos están con Nicaragua”.
Cabe recordar que en marzo pasado el régimen sandinista suspendió sus relaciones diplomáticas con la Santa Sede, luego que el papa Francisco dijo en una entrevista que el gobierno de Nicaragua, encabezado por su presidente Daniel Ortega, es como una “dictadura hitleriana”, y refería: “Con mucho respeto, no me queda otra que pensar en un desequilibrio de la persona que dirige”.
Para el arzobispo Gallagher, los gobiernos “tienen el deber de proteger la libertad religiosa de sus ciudadanos”; la “prueba de fuego” para conocer el grado de protección de los derechos humanos -dijo- es “el grado de libertad de religión o de creencia en un país”; la “persecución religiosa real“, añadió.
El arzobispo Paul Richard Gallagher también habló de otros temas en su discurso y consideró que la ONU debe volver a sus orígenes hacia “la coordinación entre los Estados para alcanzar objetivos verdaderamente comunes”.
Sostuvo como elementos clave para lograr el “multilateralismo eficaz”: el diálogo, la responsabilidad compartida y la cooperación; esto -dijo- bajo la bandera de la solidaridad global “que se expresa concretamente en la ayuda a los que sufren”, con gobernantes que estén dispuestos a “dejar de lado sus propias necesidades, expectativas y deseos de soberanía u omnipotencia ante la mirada concreta de los más frágiles”.
Gallagher habló del “desmoronamiento de la confianza entre las naciones”, lo que -dijo- ha llevado al “aumento del número y la gravedad de los conflictos y las guerras”, por lo que consideró es necesario “empezar a reconstruir la confianza para reavivar la estabilidad, la paz y la prosperidad mundiales”.
El arzobispo se refirió también a otros temas, entre ellos, los desafíos que plantea la inteligencia artificial, y en este sentido, señaló que el tema exige “una seria reflexión ética sobre el uso y la integración de sistemas y procesos de superordenadores en nuestra vida cotidiana”.
Por ello, explicó que la Santa Sede “apoya el establecimiento de una Organización Internacional para la Inteligencia Artificial, que facilite el más completo intercambio de información científica y tecnológica para usos pacíficos y para la promoción del bien común y el desarrollo humano integral”.
También abordó el tema de la casa común, y en ese sentido consideró que es una gran injusticia que “los que menos contribuyen a la contaminación son los que pagan el precio más alto y están más expuestos a los efectos negativos del cambio climático”.
Por ello -añadió- es necesario “un resultado positivo en la próxima COP28 en los Emiratos Árabes Unidos, sin reducir los debates sobre el cambio climático a cuestiones de financiación“, pues se corre el riesgo de “eclipsar el objetivo último de proteger nuestra casa común”.
El secretario vaticano para las Relaciones con los Estados y las Organizaciones Internacionales abordó además las muchas formas de injusticia que afligen a la humanidad: “los no nacidos, a quienes se niega su derecho a venir al mundo, en algunos casos a causa de su sexo o de su discapacidad”; las personas sin acceso a “los medios indispensables para una vida digna”, etc.
Asimismo, “las víctimas de desapariciones forzadas y sus familias; los que son objeto de actos de intolerancia, discriminación y violencia a causa de su sexo, edad, raza, etnia, nacionalidad o religión“; y los que sufren violaciones de sus derechos en un contexto de conflicto armado”, etc.
Al referirse al conflicto por la invasión rusa en Ucrania, el arzobispo consideró que es una herida que “en lugar de cicatrizar se ensancha y profundiza”; y añadió: “estamos lejos de un diálogo que pueda abrir caminos de paz y reconstrucción”.
El funcionario vaticano también habló de Siria, afligida por 12 años de guerra, un terremoto y una gran pobreza, para quien -dijo- la Santa Sede “pide que la población no se vea afligida por las sanciones internacionales impuestas al gobierno sirio por la Unión Europea, Estados Unidos y el Reino Unido”.
Expresó su preocupación también por Sudán, devastado desde hace meses por enfrentamientos armados con víctimas y desplazados, asolado por una crisis humanitaria, y para el que la Santa Sede “hace un llamamiento de todo corazón a deponer las armas para que prevalezca el diálogo y se alivien los sufrimientos de la población”.
La Santa Sede “sigue de cerca los acontecimientos políticos en el África subsahariana y renueva su compromiso con la promoción de la paz, la justicia y la prosperidad”, apuntó.
Finalmente, sobre la situación de Nagorno-Karabaj, manifestó: “la Santa Sede exhorta al diálogo y a las negociaciones entre Azerbaiyán y Armenia, con el apoyo de la comunidad internacional, que favorezcan un acuerdo duradero, lo antes posible”.
En torno a lo ocurrido en Jerusalén y en particular por los ataques contra las comunidades cristianas, dijo que son episodios que no sólo amenazan la convivencia entre las diferentes comunidades, sino que amenazan “la propia identidad de la ciudad de Jerusalén, que algunos son incapaces de concebir como un lugar de encuentro entre las tres confesiones, cristianismo, judaísmo e islam”.
Hizo un llamado a que israelíes y palestinos a llegar a un “diálogo sincero… para que Jerusalén no caiga en el olvido, para que no se abandone el proyecto de una Ciudad Santa como lugar de paz para todos y de todos, con un estatuto especial garantizado a nivel internacional”.
Al concluir su discurso hizo énfasis en que la paz sea un deber de las naciones, “porque sólo en la búsqueda de la paz y de la convivencia pacífica entre los Estados podremos llegar a ser naciones verdaderamente unidas, en una única familia humana”.