Francisco anuncia un encuentro con niños de todo el mundo el 6 de noviembre en el Vaticano
Cristianos sinceros. Es decir, pecadores, pero no corruptos. Este es el mensaje que el papa Francisco ha dejado hoy antes del rezo del ángelus. El Pontífice se asomaba hoy a las 12:00 horas al balcón del Palacio Apostólico, junto a cinco menores de los cinco continentes, para anunciar que el 6 de noviembre se celebrará un evento en el Vaticano con niños de todo el mundo para que “aprendamos de ellos”.
Reflexionando sobre el Evangelio de hoy (Mt, 21, 28-32) ha recordado que el padre pide a los dos hijos ir a trabajar a la viña. Mientras uno responde que sí y luego no va, el otro responde que no, pero luego va. “¿Qué pasa con estos dos comportamientos?”, se ha preguntado Jorge Mario Bergoglio.
“Inmediatamente viene a la mente que ir a trabajar a la viña requiere sacrificio y que sacrificarse cuesta, no surge de manera espontánea, a pesar de la belleza de saberse hijos y herederos. Pero el problema aquí no está ligado tanto a la resistencia a ir a trabajar a la viña, sino a la sinceridad o no hacia el padre y hacia uno mismo. De hecho, ninguno de los dos niños se comporta impecablemente: el primero miente, mientras que el segundo se equivoca, pero sigue siendo sincero”, ha explicado el Papa.
Deteniéndose en la actitud del primero, ha señalado que este “se esconde entonces detrás de un ‘sí’, detrás de un falso asentimiento, que oculta su pereza y por el momento le salva la cara. Se las arregla sin conflictos, pero engaña y decepciona a su padre, faltándole el respeto de una manera peor que la que habría causado un ‘no’ directo”. “El problema de un hombre que se comporta así es que no solo es un pecador, sino un corrupto, porque miente sin problemas para tapar y camuflar su desobediencia, sin aceptar ningún diálogo honesto ni confrontación”, ha aseverado.
Sobre el segundo, ha reconocido que “no es perfecto, pero sí sincero. Por supuesto, nos hubiera gustado verle decir ‘sí’ de inmediato. No es así pero, al menos, expresa sus reticencias de forma franca y algo valiente. Es decir, se responsabiliza de su comportamiento y actúa abiertamente. Luego, con esta honestidad subyacente, termina cuestionándose, llegando a comprender que se equivocó y volviendo sobre sus pasos. Es, podríamos decir, un pecador, pero no corrupto”.
Y para el pecador “siempre hay esperanza de redención; para los corruptos, sin embargo, es mucho más difícil. De hecho, sus falsos ‘sí’, sus apariencias elegantes pero hipócritas y sus ficciones convertidas en hábitos son como un grueso ‘muro de goma’ detrás del cual se resguarda de los llamados de la conciencia”, ha sentenciado.
Tras poner el ejemplo de ambos, Francisco llama a mirarnos a nosotros mismos: “Ante el esfuerzo de vivir una vida honesta y generosa, de comprometerme según la voluntad del Padre, ¿estoy dispuesto a decir ‘sí’ todos los días, aunque cueste? Y cuando no puedo hacerlo, ¿soy sincero al confrontar a Dios por mis dificultades, mis caídas, mi fragilidad? Cuando cometo un error, ¿estoy dispuesto a arrepentirme y volver sobre mis pasos? ¿O hago como que no pasó nada y vivo con una máscara, preocupándome solo por parecer bueno y decente?”. En definitiva, “¿soy un pecador, como todos los demás, o hay algo corrupto en mí?”, se ha preguntado.
Al término del ángelus, el Pontífice ha puesto sobre la mesa la situación de los desplazados del conflicto en Nagorno Karabaj. “Renuevo mi llamamiento al diálogo entre Azerbaiyán y Armenia, que con el apoyo de la comunidad internacional lleguen a un acuerdo duradero que ponga fin a la emergencia humanitaria”, ha reclamado.
Por último, Bergoglio ha llamado a rezar el Rosario en este mes de octubre, al mismo tiempo que ha pedido orar por la paz en la “martirizada” Ucrania y por todas las tierras en guerra, y por los frutos del Sínodo de la Sinodalidad que comienza este miércoles día 4.