Miguel Ángel Cadenas, titular de esta jurisdicción, demanda soluciones integrales que garanticen el bien común de las poblaciones indígena y ribereñas
Agua, fuente de vida. Bajo esta premisa Miguel Ángel Cadenas, obispo de Iquitos, jurisdicción de la amazonía peruana, situada en el departamento de Loreto, noreste del Perú, ha abogado por las poblaciones indígenas y ribereñas, que viven en la cuenca del río Nanay, con motivo de la publicación de la exhortación apostólica Laudate deum, este 4 de octubre, Día de san Francisco de Asís.
El Nanay es un asentamiento de comunidades indígenas ikitu y kukama y en las últimas décadas se les han unido población mestiza ribereña.
“Más allá de lo puntual, es preciso un abordaje sistémico, como cuenca. Parto del hecho diferencial de la necesidad de salvaguardar las cabeceras de cuenca”, añadió.
Para el prelado “aumentar el producto interno bruto (PIB) con concesiones mineras no implica salir de la pobreza”, mientras que la falta de inversión en servicios mínimos como agua potable, saneamiento básico, educación, salud, comunicación “es una forma de perpetuar la pobreza”.
Cadenas pide a los políticos “velar por el bien común, no por el interés de unos pocos”, si bien las comunidades “necesitan dinero para su vida diaria” no puede ser a costa de la depredación de sus territorios.
Acabar con sus ecosistemas mediante actividades extractivistas “los hace más vulnerables”, por tanto, “el deber del Estado es garantizar que no se vulneren sus derechos”.
El Estado “no puede, ni debe, unirse a los grupos económicos que sólo buscan su beneficio a costa del medio ambiente y de la seguridad alimentaria e hídrica de los moradores del Nanay y de la ciudad de Iquitos”.
Demanda implementar la sentencia del Tribunal Constitucional del 25 de julio de 2023, que señala un “estado de cosas inconstitucional en Loreto por falta de acceso al agua y contaminación ambiental”.
Cadenas ha calificado al Nanay como una “zona de sacrificios”; primero, son territorios olvidados por el Estado, donde “no ha invertido lo suficiente o lo ha contaminado (o ambos)”.
Habitan poblaciones vulneradas, en especial, indígenas, quienes no tienen derecho a ningún beneficio a futuro. El obispo engloba los problemas de Nanay en estas tres cláusulas.
“Recuerdo que los niveles de desnutrición y anemia son dolorosamente altos en la región. No puede haber desarrollo sin vida digna de los moradores”, por cuanto, cualquier proyecto que “no pase por solucionar las graves y dolorosas brechas existentes ahonda la desigualdad”.
En definitiva, se debe “anteponer el bien común sobre el interés propio o de unos pocos; servir, en lugar de ser servido. Este deterioro democrático que padecemos es el caldo propicio para todo tipo de comportamientos que vulneran los derechos de los pueblos del río Nanay”.
Foto: COPE