“A los fieles interesados, a los medios de comunicación y a mis lectores en las redes: como todos saben, el 12 de septiembre el papa Francisco aceptó mi renuncia como obispo de la Diócesis de Baní. Desde que se hizo pública mi renuncia y al anunciar mi intención de ir a Barcelona, situaciones no esperadas han provocado que deba discernir sobre la conveniencia de comenzar una nueva etapa pastoral fuera de República Dominicana”. De esta manera comienza el breve comunicado de Víctor Masalles.
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Y continúa: “Tras pasar algunos días en España y luego de reflexionar serenamente, he resuelto volver a República Dominicana donde pienso iniciar un período sabático que seguramente será para mí de mucha ayuda para los tiempos actuales. Agradezco a todas las personas que de manera sincera se preocuparon durante estos días y a ellos les pido que sigan rezando por mí para que pueda servir de la mejor manera posible a la Iglesia, esposa de Cristo”.
Así concluye la polémica sobre la invitación que, según el mitrado, el cardenal arzobispo de Barcelona, Juan José Omella, le trasladó para colaborar con él. Motivo que esgrimió tras comunicarse que se aceptaba su renuncia como obispo de Baní pese a que todavía le faltaban 13 años para cumplir los 75, edad marcada por el Código de Derecho Canónico para la renuncia episcopal. Eso sí, sigue en el aire las razones de su salida precipitada de Baní a los 62 años sin razón aparente.
“Me siento muy agradecido por la acogida que me ofrece el cardenal”, exponía el pasado 12 de septiembre el prelado de origen catalán, que añadía que “la renuncia a Baní era un requisito para poder aceptar la invitación a colaborar en Barcelona, y se hizo con el visto bueno del papa Francisco que yo asumiese este compromiso”.
Vínculo nulo
Sin embargo, según pudo confirmar entonces Vida Nueva, a Masalles ni se le había requerido ni se le esperaba en la capital catalana. Fuentes del Arzobispado de Barcelona desmentían que existiera un vínculo de amistad entre Masalles y el presidente del Episcopado español. De la misma manera, también negaban que se le haya fichado para responsabilidad pastoral alguna. De hecho, a Masalles no se le considera un obispo misionero, en tanto que, si bien nació en la Ciudad Condal, no ha tenido un vínculo afectivo vocacional directo con la Iglesia local.
Y es que incluso se llegó a especular con la posibilidad de que su renuncia se hubiera producido para nombrarle obispo de alguna diócesis catalana. Desde la Conferencia Episcopal Tarraconense desmentían de forma categórica este extremo. Es más, de haber sido así, recuerdan que la Santa Sede habría comunicado inmediatamente su cese en su actual diócesis y el nombramiento en su lugar de destino, un hecho que no ha sucedido ni está en la agenda eclesial.