Cinco días después de que se desatara la guerra en la Franja por el ataque de Hamás, Francisco recuerda en la audiencia general que “el terrorismo y el extremismo no ayudan a alcanzar una solución al conflicto entre israelíes y palestinos”
“Sigo con dolor y preocupación lo que está sucediendo en Israel y Palestina y tantas personas muertas y heridas. Rezo por las familias que vieron transformarse un día de fiesta en un día de luto”. Con estas palabras, el Papa Francisco generaba un silencio atronador esta mañana en la Plaza de San Pedro, que rompía con el clima festivo y de cercanía que se genera en las audiencias generales de los miércoles. No en vano, cuando se cumplen cinco días del ataque terrorista de Hamás, se contabilizan más de 1.200 muertos y 2.900 heridos en Israel a causa del asedio islamista por tierra, mar y aire, mientras que los bombardeos israelíes en Gaza han causado ya 950 muertos y al menos 5.000 heridos.
Era de esperar que el pontífice se refiriera de nuevo a la crisis abierta en la Franja de Gaza, después de compartir el pasado domingo en el marco del rezo del ángelus que “el terrorismo y la guerra no conducen a ninguna solución, sino sólo a la muerte y al sufrimiento de tantos inocentes”.
Hoy ha ido más allá, con un mensaje de calado geopolítico que apuntala el posicionamiento de la Santa Sede ante el conflicto recrudecido en Oriente Medio. Francisco recordó la legítima defensa de Israel, pero no de cualquier manera. Literalmente comentó que “quienes son atacados tienen el derecho a defenderse”, pero expresó que “está muy preocupado por el asedio total que viven los palestinos a Gaza, donde ha habido muchas víctimas inocentes”. “Y pido que los rehenes sean liberados inmediatamente”, añadió.
En esta misma línea, el pontífice explicó que “el terrorismo y el extremismo no ayudan a alcanzar una solución al conflicto entre israelíes y palestinos, sino que alimentan el odio, la violencia, la venganza y sólo hacen sufrir a unos y otros”. “Oriente Medio no necesita la guerra, sino la paz. De una paz construida sobre la justicia, el diálogo y el valor de la fraternidad”, remató.
Más allá de la guerra, el Papa dedicó su catequesis a la figura de Josefina Bakhita, la santa sudanesa que fue víctima de la trata de personas que vivió en la primera mitad del siglo XX. Para Francisco, esta religiosa “nos muestra el camino para finalmente liberarnos de nuestras esclavitudes y miedos”. Es más, aseguró que “nos ayuda a desenmascarar nuestras hipocresías y nuestro egoísmo, a superar resentimientos y conflictos, nos anima a reconciliarnos con nosotros mismos y encontrar la paz en nuestras familias y comunidades, nos ofrece una luz de esperanza en estos tiempos difíciles de desconfianza y desconfianza hacia los demás”.
En esta misma línea, expresó que “el perdón no quita nada sino que añade dignidad a la persona, nos hace apartar la mirada de nosotros mismos hacia los demás, para verlos tan frágiles como nosotros, pero siempre hermanos en el Señor”. En su conjunto de reflexiones sobre la santa, también enfatizó que “Sudán lleva meses desgarrado por un terrible conflicto armado del que hoy poco se habla”. “¡Oremos por el pueblo sudanés para que pueda vivir en paz!”, remarcó.