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Indígenas y empoderadas: aymaras del altiplano boliviano en la lucha por sus derechos y por una vida libre de violencia

Esta obra es apoyada por la Conferencia de Obispos de Bolivia y el Proyecto Unitas, lo que “permite llevar estas iniciativas a más personas en el campo”





Mujeres indígenas de la comunidad aymara, organizadas en la asociación Nayrar Sarapxañani –Vamos adelante –, desarrollan una iniciativa en el altiplano boliviano para hacer pedagogía sobre sus derechos.



La Provincia Camacho, en la población de Mocomoco, altiplano de La Paz, es el epicentro de esta iniciativa que busca un ambiente libre de violencia contra las mujeres, en especial, las aymaras quienes son madres cabeza de hogar, muchas de ellas campesinas, y a diario deben enfrentarse a la violencia doméstica, producto de las estructuras machistas existentes.

Flora Silva Castillo es directora de esta asociación que cuenta con 18 años de trayectoria. En conversación con el equipo de comunicación del episcopado boliviano aseguró que cuentan con una sección de mujeres aymaras, “allí brindamos talleres de formación, tres veces por semana divididos en dos partes”.

En un módulo se trabaja lo concerniente “sobre los derechos de las mujeres y la promoción de la no violencia, en conformidad con la Ley 348 de Bolivia”, mientras que en otro trabajan “en el fortalecimiento de la autoestima de estas mujeres, con el objetivo de empoderarlas”.

Además cuentan con un módulo para capacitarlas en oficios varios como la pastelería y la confección de polleras, para que “ellas puedan adquirir un oficio y volverse independientes. Esto les permite no solo conocer sus derechos, sino también generar ingresos para sus familias”.

Esta obra es apoyada por la Conferencia de obispos de Bolivia y el proyecto Unitas, lo que “permite llevar estas iniciativas a más personas en el campo”.

Romper patrones de violencia

Flora es madre de dos hijos, aymara también, subrayó que “este empoderamiento es algo que estas mujeres no habían anticipado previamente, pero que ahora pueden llevar a cabo en su vida cotidiana”.

Son capacitaciones que “se hacen de forma voluntaria” en la que “también participan hombres”. Se trata de un desafío en medio de una sociedad tan machista como la boliviana, por eso, “incursionamos con los niños y jóvenes”.

La idea es romper ese círculo vicioso de la violencia, toda vez que añade esperanzada: “No se dejen, siempre hay que luchar, hay que salir adelante y, lo más importante, tener autoestima, y valorarte, y quererte todos los días tal como eres”.

“Sabemos que somos marginadas desde muchos ángulos, desde muchos aspectos porque somos mujeres. Pero no debemos dejarnos, luchando con nuestros conocimientos, con la sabiduría, con educación y respeto”, finalizó.

Foto: CEB

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